Don Roque I.
Fecha: 23/06/2020,
Categorías:
Confesiones
Tus Relatos
Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
En el rancho vivía Don Roque, un señor de unos 65 años de edad. Era un hombre de campo de pies a cabeza y su vestimenta: Calzones y camisa de manta, faja roja, machete veracruzano al cinto dentro de su funda de cuero, paliacate rojo en el cuello, sombrero de faena charra, huarache de 3 cueros con suela de llanta o botines cuando montaba uno de sus briosos y hermosos caballos que criaba y entrenaba para venderlos. De complexión delgada y de baja estatura, no pesaba más de 55 kilos. Hombre estimado y respetado por todos. Desde muy joven, en público siempre usaba una cuadrilera de piel con barbas de gamuza, que también la identificaban como chaparreras y que se usaban para proteger su pierna y cintura del lado derecho, de la soga con que lazaban al ganado. Pero don Roque la usaba del lado contrario, por una razón que descubrí cuando apenas era un adolescente de 14 años: Tenía una verga de carne de 18 centímetros de largo por 3 centímetros de diámetro en estado normal, pero con una consistencia tal, que no tenía problemas para penetrar, tanto en la vagina como en el ano y al erectar, no aumentaba más de un cm. en su longitud y medio en su diámetro, entonces llegaba a una consistencia tan rígida como la de un trozo de madera.
Según cuentan, ese tamaño despertaba el deseo o curiosidad de cualquiera mujer y de cualquier hombre también, seguramente. Cuando tal deseo se cumplía en una mujer casada, se decía que la esposa le había puesto las chaparreras al marido. Si la “afectada” ...
... era soltera, se decía que se las había montado y si resultaba embarazada, cualquiera que hubiera sido su estado civil, se mencionaba que ya las traía puestas en la barriga. Se dice que cuando don Roque murió, le resultaron más de una veintena de hijos, nada extraño si consideramos que desde que enviudó a los 30 años, nunca más se volvió a casar, sabia decisión, porque con tamaña arma y viviendo solo en su casa, le sobraban agujeros en donde meterlo, tanto de mujeres como de hombres.
Casi siempre lo encontrábamos ya de regreso del bañito, el estanque de agua caliente al que Hilario y yo solíamos ir ya tarde a bañarnos y echarnos un palito. En una ocasión me fui yo solo a temprana hora y me tocó estar frente a donde don Roque se estaba bañando en sus calzones de manta lagos solamente. A una distancia como de 5 metros, alcancé a notar algo “anormal” debajo del calzón, se notaba de gran tamaño y como nunca lo había visto en ese estado, me sorprendió y pensé que tendría algún padecimiento en su verga. No dejaba de verlo tratando de notar detalles, pero siempre debajo del calzón, no daba mucho que ver, sólo cuando terminó y se puso de pie, vi claramente que su miembro era enorme, se notaba muy bien. Se encaminó hacia unos huizaches y dando la espalda se quitó la prenda mojada y se empezó a secar con una toalla, al terminar, se puso la toalla en el cuello, dejándome contemplar unas nalgas menuditas pero firmes y bien torneadas, para nada se notaban los 65 años que traía a cuestas. ...