1. El pueblo de los placeres. Parte 1


    Fecha: 08/12/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: CaballeroGris, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando a sus treinta y cuatro años Luís ganó quince millones de euros en un juego de loterías a nivel europeo, tuvo claro que dejaría su aburrido y mal pagado trabajo de comercial.
    
    Nunca se acostumbró a vivir en la gran ciudad. No estaba hecho para los atascos, ni las muchedumbres del metro, ni los codazos en el autobús. No soportaba ser atracado una media de tres veces al año, y sus pulmones no aguantaban más la contaminación de centenares de miles de coches.
    
    El pueblo de su madre. Siempre lo tuvo en mente y nunca se planteó volver. Sobre la mesa fotografías del pueblo. Encalado en la serranía de Aracena, en la provincia de Huelva. Sus raíces seguían allí, arraigadas como los bellos alcornoques de la dehesa onubense a su tierra.
    
    "comprar una parcela, criar cochinos, construirme una confortable casa en el pueblo. Respirar cada mañana el aire puro. Vivir la vida."
    
    Su mente volaba, quería emigrar antes que el cuerpo. Hasta le pareció sentir el frescor de la brisa de una mañana de otoño, cuando la sierra de Huelva se inunda de colores rojos, amarillos, dorados y verdes. Compartiendo con la humanidad el escenario de un cuento de hadas.
    
    Dio un golpe en la mesa con el puño cerrado, desordenando las fotos. Luís sonreía, estaba feliz, acababa de tomar la decisión que cambiaría su vida para siempre.
    
    Cuando llegó al pueblo, éste estaba tal y como lo recordaba de niño. Como si se hubiera detenido en el tiempo. Pequeño, unos dos mil habitantes, acogedor. Con cuestas ...
    ... retorcidas que suben a la iglesia; como ramas de árboles ascienden al cielo. Suelo de piedra, siempre humedecido, y casas blancas.
    
    Eligió un viejo caserón en las afueras. Un pequeño sendero le llevaba al pueblo en diez minutos andando. Sin vecinos, o casi, pues tras una curva se levantaba una humilde hilera de cinco casas, una tras otra, más metidas en el bosque.
    
    Ofreció al dueño, que no vivía en ella, una suma razonable de dinero por su vieja y abandonada casa. Contrató un arquitecto que la cambiaría por completo. Por fuera tendría el mismo aspecto rural. Por dentro, se distribuirían trescientos metros cuadrados de hogar, divididos en dos plantas conectadas por ascensor y escaleras de caracol. Parqué de primera calidad, chimenea, bodega en el sótano. Con una amplia terraza desde la que se podía ver la mayor parte del pueblo.
    
    Allí viviría solo y envejecería como siempre quiso hacerlo.
    
    Estuvo un año viviendo en Huelva capital, mientras se construía su casa y contrataba en el pueblo a las personas que necesitaría para sacar adelante su nuevo negocio ganadero. Criaría cochinos y haría jamones de bellota pura. Se compró una enorme parcela llena de alcornoques, encinas, olivos, castaños y jara. Un riachuelo la atravesaba en su parte sur. Y una bella y solemne montaña separaba la zona de criado de ganado, de la fábrica de jamones recién construida y las casas de los trabajadores.
    
    Una vez se hubo instalado y el negocio de la dehesa hubo iniciado su fructífero camino, ...
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