1. El pueblo de los placeres. Parte 1


    Fecha: 08/12/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: CaballeroGris, Fuente: CuentoRelatos

    ... Luís decidió ir a visitar a su tía abuela Leonor. La cual estaba emocionada por la llegada al pueblo, por todo lo alto, del nieto de su hermana.
    
    Sobre la mesa de una humilde casa de pueblo café y pastas. Leonor y Luís charlando.
    
    —¿Y tu madre no se viene al pueblo?
    
    —No, ella de momento sigue en Madrid. Aunque creo que vendrá de vez en cuando, en este pueblo está ahora toda su familia. ¿La tita Ana sigue en Aracena verdad? ¿conserva su hotel?
    
    —Hotel por llamarlo de alguna manera hijo mío. Nunca tuvo iniciativa empresarial. Se conforma con la estrella de mala muerte que luce en la fachada. Solo cinco habitaciones y baratas. Aunque se les llena, siempre tiene clientes la muy afortunada. Y casi nunca viene a verme, ni siquiera viene al pueblo, este pueblo está muy perdido Luís, me ha alegrado mucho que te hayas venido aquí.
    
    La tita Ana es la única hermana de la madre de Luís. Dos años menor que su madre, a sus cincuenta y cuatro años, Ana vivía en el más puro respeto por su difunto marido. El pequeño hotel le ayudaba a tirar adelante en el pueblo de Aracena, situado a una decena de quilómetros del pequeño pueblo donde se narra esta historia. Sola, desde que su última hija, Inés, se fue a hacer las américas con un ingeniero uruguayo.
    
    Luís vio cómo empezó a caer un pequeño pero continuo chirimiri, a través de la puerta que separaba la sala de estar con el descuidado patio de la casa de su tía-abuela Leonor.
    
    —Vaya, parece que otra vez se va a poner a llover ...
    ... —dijo.
    
    —Tendrás que acostumbrarte, en esta época del año lo normal es que los días sean así. Peor será cuando el mes que viene entre el invierno, lleva años nevando. Prepárate.
    
    Unos nudillos aporrearon la puerta entreabierta de la casa.
    
    —Esa debe ser Tomasa —dijo Leonor— Le dije que vendrías a verme y tenía ganas de conocerte.
    
    Tomasa entró y dio dos besos a la anciana Leonor. Luego le dio dos besos fuertes a Luís. Luís pensó que Tomasa tendría unos cuarenta y cinco años aproximadamente. Aunque aparentaba alguno más. Era alta y entrada en carnes. Morena y con un bello rostro que empezaba a arrugar por los ojos, frente y labios. No obstante, conservaba una mirada lúcida y sana. Tenía los cachetes enrojecidos. Del mismo color del abrigado chaleco que vestía.
    
    A Luis le impresionaron los inmensos pechos que ese chaleco albergaba. Como dos ubres de vaca, como dos cántaros como los que había visto en la cocina de su tía. Le gustó esa mujer. Se sintió cómodo con ella durante la charla. Era guapa, divertida y dicharachera. Su cuerpo de hembra regordeta y pechugona, la belleza de su rostro y lo agradable de su compañía; recordó a Luís que aún no había tenido sexo desde que decidió cambiar de vida. De repente deseó probar a aquella mujer, pero el pudor y la prudencia le hacían estar tranquilo.
    
    Pero los planes de Tomasa empezaban a ser diferentes a la prudencia.
    
    —Dime chico, ¿Viniste al pueblo con tu mujer?
    
    —No, no tengo mujer. Vine solo.
    
    —Vaya, chico. Yo estoy ...
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