1. Historia del chip (034): Predisposición (Kim 013)


    Fecha: 13/12/2017, Categorías: Intercambios Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... atrás. Trató de negociar con Roger. Después de un buen rato, éste aceptó a cambio cada vez que acercase su mano a uno de los excelsos pechos ofrecidos, Kim llevaría los hombros al máximo hacia atrás, los mantendría allí y giraría el pecho también al máximo, llevándolo hacia la mano que se acercase, naturalmente con la barbilla bien alta y altiva, esperando recibir la caricia, pellizco o manoseo. A todos los efectos debería parecer que surgía de ella un ardiente deseo de ser tocada. Esto podía ocurrir en cualquier lugar, público o privado, y debería responder rápidamente.
    
    Al salir de la habitación, se sintió todavía más desnuda, atravesando el pasillo enmoquetado del hotel, sus tacones hundiéndose y sus caderas rotando y girando. Sus pechos, no sólo mostrados en esplendor, sino moviéndose de un lado a otro, en una cadencia suave, gracias a su firmeza. La mano de Roger, agarrando su cintura no ayudaba y cuando se detuvieron frente al ascensor, sintió más si cabe, el frescor del aire entre los labios de su vagina húmeda y empezó a inclinar la cabeza para mirar, cuando notó un apretón en la cintura de Roger y recordó que debía mirar al frente.
    
    Roger, -apiadándose de ella-, la giró para que se observase en el espejo estratégicamente colocado a la izquierda. Kim casi no se reconoció, sexy y desbordante. Comprobó que el ...
    ... taparrabos empezaba a mostrarse húmedo debido al suave contacto con sus labios.
    
    —No puedo ir así, parezco un gibón en celo— protestó.
    
    —Trata de mover un poco la pelvis hacia atrás— sugirió Roger. Kim lo intentó y al instante la tela se alejó completamente del pubis, mostrando completamente todo lo que tenía entre las piernas, al menos en su ángulo hacia el espejo. Volvió a inclinarse hacia delante, pero algo menos. No dejó de sentir el aire entre sus labios, pero no parecía haber contacto que mojase el exiguo trozo de tela. Roger le cogió el culo, y sin dejar de apretarlo, comentó: “Puede que resulte más fácil que aprietes.”
    
    Kim lo intentó y comprobó que era cierto. Si mantenía el culo apretado y lo elevaba, el maldito taparrabos no tocaba la tela. El efecto no deseado por Kim era que, igual que los pechos debían mostrarse erguidos al máximo, el culo, -ayudado por los excelsos tacones-, se mostraría más alto, firme y redondo. Ni el mismo Roger debía comprender como tan poca tela conseguía tantos resultados.
    
    Resultó que el ascensor llevaba dos chicas en bikini, aunque con las toallas anudadas a la cintura y un chaval de acompañante. Kim ofreció con la mejor de sus sonrisas y mientras bajaban, mantuvo el culo bien apretado. No tuvo duda de que la estancia en la isla resultaría muy larga para ella y muy corta para Roger. 
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