1. 2 - Otra clase de gente


    Fecha: 15/12/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos

    ... despacio las separé.
    
    Me incorporé a su lado, ella pensaba en la penetración, y claro, no pude ver su rostro cuando apagué la luz. La habitación quedó oscurecida totalmente. Gimió pero ese gemido fue duda.
    
    Mis manos se movieron por encima de sus piernas, hay una zona muy especial, junté los dedos y despacio los deslicé desde las rodillas hasta las ingles, y la respuesta que tuve fue la adecuada, separó más las piernas, sujetando su respiración. De nuevo duda, esperaba, indicios de ansia.
    
    Mis dedos exploraron su monte de venus, me gustó el tacto, pude apreciar la exuberancia del vello, me gustan las mujeres peludas, las depiladas me parecen maniquíes. Gimió de nuevo pero de forma diferente, estaba confundida ya que esperaba un penetrador urgente. Y una de sus manos atrapó mi brazo, tiró de mí y…,
    
    ¡Vamos tío! ¡métemela! – Exigió.
    
    No tienes el poder, no puedes darme órdenes, yo tengo el poder.
    
    Y exploré su vulva, recorrí el contorno de sus labios, pero iba en busca de un fino cordón en la parte donde se unen los labios, y me esperaba, su pequeño glande requería mi atención, pero pensé en el tiempo, mejor que los dedos la lengua.
    
    Cuando sintió la lengua su cuerpo tembló, ahogando un grito se estremeció. La punta de la lengua recorrió el clítoris de afuera adentro. Y es precisamente en ese punto, donde se adentra en el cuerpo, es donde el estímulo es inferior, aumenta según se avanza en dirección al clítoris, y ese pequeño pene demuestra su origen ...
    ... hermafrodita.
    
    Había evitado que mi saliva me confundiera, estaba comprobando sus fluidos vaginales, y llevé dos dedos al orificio vaginal, ese arco donde estuvo el himen. Y si, respondía, el fluido era el normal, muy diferente del que ella desconocería. Pero no había tiempo para llegar a ese extremo, por tanto imprimí cierta velocidad en el glande del clítoris.
    
    Intentó que me pusiera encima, pero no pudo, la sujeté de los codos inmovilizando sus brazos, protestó entre gemidos, su cuerpo empezó a arquearse y de nuevo reclamó la penetración.
    
    Cierto es que mi posición era muy dura, sabía que no había tiempo por tanto mis sensaciones debía de apartarlas, ella no mandaba y menos en esto.
    
    Pataleó, intentó sentarse, pero mis manos la tenían apresada en la cama, y se rindió, gimió y casi llorando me dijo que no podía más, que parara y le hice caso, sus contracciones las podía sentir por tanto era el tope que me había puesto, y solté sus codos.
    
    Llevó sus manos al vientre, y su respiración se fue calmando, fue el momento que aproveché para encender la lamparita de la mesilla, ella miró el reloj sentándose deprisa.
    
    ¡Joder tío!, nos faltan ocho minutos. Te has pasado varios pueblos conmigo, ya me vengaré. Estoy empapada ¿Qué hago ahora?
    
    Nada más simple que utilices el bidet deprisa, te seques y te olvides de las bragas, iras a la fiesta sin ellas, no las necesitas.
    
    ¿Qué me estás contando? – Protestó.
    
    ¿En este hotel puedes alquilar ropa?
    
    No lo sé.
    
    Llama y pregunta, el ...
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