Ojo por ojo
Fecha: 16/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... impulsos. No quería mostrarme irascible, por más que ella lo mereciera, y sobre todo, no quería hacer o decir nada que pudiera agravar más una situación de por sí gravísima.
-Lo del jueves, en casa, en esta cama, -enfatizó señalándola –fue imperdonable. Pero tiene razón cuando dice que después de más de un mes sin que me hicieras caso yo estaba totalmente descontrolada. Hacía semanas que había dejado de ser una travesura y se había convertido en… no sé cómo llamarlo. Una aventura.
Giró la cabeza hacia mí, abandonando la visión de la pared que habíamos pintado en el color del que se encaprichó hacía un par de años, y sus ojos se clavaron en los míos de nuevo. Por primera vez en mi vida, vi lágrimas brotando de ellas. Un fino reguero se deslizaba por sus dos mejillas, pero no hizo sonido alguno ni convulsión. Estaba destrozada, pero mantenía la pose orgullosa y segura de sí misma que la caracterizaba.
-Cristian es un cerdo. Lo sabía hace un año y lo sabía hace tres meses. Y si había alguna duda, la grabación lo demuestra con creces. Un cerdo y un hijo de puta. Pero eso no me disculpa. Me dejé llevar y me acabé convirtiendo en la zorra que describe. –Se secó las lágrimas con los dedos de la mano, en un gesto coqueto y continuó: -Ahora, viéndolo todo en perspectiva, comprendo por qué has estado así estas seis semanas. Me viniste a buscar, ¿verdad?, el día aquel que me preguntaste si saldría puntual. –Sonrío con amargura. –Nos viste salir juntos y te diste cuenta de que ...
... te estaba engañando. ¿Por qué no me dijiste nada? Lo hubieras parado. Yo hubiera parado, de golpe. Habría despertado del sueño en el que me había metido.
¿Me estaba culpando de algo? Supongo que la expresión de mis ojos le permitió ver la pregunta que cruzaba mi mente y retrocedió.
-Yo soy la única culpable de lo que estaba sucediendo. No quiero echar en tus hombros responsabilidad alguna. Pero me engañaste como una idiota con lo de tu empresa y llegué a preocuparme mucho. Y sí, me comporté como una egoísta pensando sólo en mí. En mi disfrute personal cuando tú estabas hecho polvo. Traté de mimarte en casa mientras fuera te traicionaba, como si eso aplacara el daño pero sólo mitigaba mis remordimientos. –Las lágrimas seguían recorriendo sus mejillas pero no se detuvo hasta que soltó todo lo que tenía que decir. –Te quiero y no quiero perderte. -Estiró las manos y agarró las mías lo que me obligó a incorporarme. –He roto nuestra relación en pedacitos muy pequeños, pero haré lo imposible para volver a juntarlos todos y volver a pegarlos. Te quiero. Te quiero. Te quiero y te pido que me perdones. Me he portado como una cría inmadura y te he hecho un daño atroz, lo sé, pero me aterra perderte…
Tuvo que detenerse porque las compuertas de la presa que sostenían sus lagrimales se resquebrajaron. El hilo de lágrimas que habían humedecido su cara se convirtieron en un auténtico torrente mientras un crujido sonaba en lo más hondo de su ser y estallaba en todo su cuerpo. No pude ...