Mi vecina Erika, primer parte - Relatos Eróticos

Mi vecina Erika, primer parte

... invertida, yo con mi cara dándo a su vagina y la de ella dándo a mi pene. Su vagina tenía un aroma delicioso y su misma humedad me permitía meter facílmente mi lengua dentro, a la vez que comencé a meterle primero uno y luego dos dedos, lo que hizo que ella lanzara gémidos y gritítos de placer, mientras seguía chupando mi verga y tragándose mis líquidos preeyaculatorios. Estuvímos así unos 10 minutos hasta que Erika, gimiendo, casi susurrando dijo,
-Miguel, me vengo, Dios, no lo creo, voy a acabar, Dios, sigue así por favor- y vaya que si terminó, pues todavía tenía mi lengua chupando su clítoris y dos dedos dentro de su vagina, cuando comenzó a lanzar pequeños chorros de líquido transparente, con un sabor que no podría describir o comparar, pero que era delicioso. 

Estaba tan excitada Erika que comenzó a mamar mi pene con más fuerza y ardor, lo que provocó que sintiera que estaba a punto yo también de acabar. Sentí que ya no podía retener más mi climax e igual que hizo Erika, casí en un susurro le dije,
--Cariño, me vengo, me vengo-- y eso hice. De mi glande salió un enorme chorro de leche caliente y espesa. Erika en ningún momento quitó su boca de mi glande, recibiendo toda mi leche, la cual se tragaba con todo su amor.

Tan pronto Erika me limpió la cabezita del pene con sus labios y lengua, me abrazó diciendome -Miguel, sabes una cosa- Acariciando su rostro le pregunté --¿qué pasa amor?-- -Eres apenas el segundo hombre con el que estoy en la cama, mi marido fue ...

... el primero, pero hasta ahora tú eres mejor en la cama- me confesó Erika y coronó sus palabras dándome un enorme beso.

Luego de estar descansando y abrazándonos y besándonos, Erika comenzó a acariciar mi pene, que comenzó a reaccionar con el suave tácto de su pequeña mano. Al darse cuenta que estaba respondiendo a su caricia, volvió a poner sus labios en mi glande y luego pasó su lengua por todo mi tronco y nuevamente tuve una dura erección.
--Amor, en mi pantalón traigo un condón-- le dije haciendo el intento de levantarme de la cama para ir por el preservativo.
-No te preocupes por ello, tengo el DIU y no me gusta usar condón pues me irrita la vagina- me dijo Erika. Yo la besé con pasión. Erika se colocó de perrito y me puse detrás de ella, admirando esas nalguitas redondas y paraditas. Le abrí las piernas un poco más y coloqué mi glande en la entrada de su vagina, acariciando sus labios con la cabeza del pene, lo cual la hizo estremecerse de placer. -Ya amor, ya métela, ya no aguanto, la quiero adentro- me dijo gimiendo. Introduje mi glande en su cuevita que estaba muy mojada. Una vez que entró toda la cabeza, lentamente fuí introduciendo mi tronco y cada vez que iba ingresando en ella, Erika lanzaba súspiros y gémidos hasta que la tuve toda adentro de su vagina, quedando sólo mis testículos fuera de ella. 

Le puse mis manos en su cadera y comencé a darle con todas mis fuerzas. -¡Dios qué rico! ¡Miguel la tienes muy grande, me encanta! ¡dame más duro, lo quiero más ...