1. Las tormentas


    Fecha: 18/12/2017, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... al término de la jornada de trabajo se forman varios grupos de asistentes dispuestos a pasar un buen rato en la cena, en una ciudad en la que casi hay más bares que habitantes.
    
    No hace frío, tras cenar estamos una docena de conocidos charlando en una tranquila céntrica terraza tomando una copa. Nos sorprende el no muy lejano ruido de truenos y el fulgurante resplandor eléctrico de varios relámpagos, así que rápidamente unos se van al interior del local y yo me ofrezco a acompañar a Beatriz al hotel. Es evidente que está muy nerviosa, no sé si asustada, pero según va llegando la tormenta parece estar más descontrolada. Reconozco que he sido un poco cabronazo porque para ir al hotel no he cogido el camino más directo, sino que estoy dando una vuelta a la espera que la tormenta nos alcance, lo que ya está sucediendo. El aguacero es fuerte, no tenemos paraguas, así que nos refugiamos durante unos momentos en un portal.
    
    Un trueno especialmente estruendoso asusta a Bea, quien se deja abrazar por mí, queda unos instantes refugiada entre mis brazos y un nuevo estampido une nuestras bocas en un apasionado beso. Nada decimos, nos cogemos de la mano y corremos bajo la lluvia hasta el ya cercano hotel, subimos en el ascensor a su habitación —yo comparto la mía con un compañero— y en cuestión de segundos estamos los dos completamente desnudos intentando secarnos el cabello con una toalla.
    
    Beatriz no es muy alta, pero tiene el cuerpazo atlético de una deportista. Lleva corto el ...
    ... oscuro pelo castaño, peinado sin raya ni flequillo, casi rapado en los laterales, por encima de las pequeñas orejas. Resulta guapa con sus grandes ojazos oscuros que pasan desapercibidos porque suele usar gafas, nariz de pequeño tamaño al igual que la acorazonada boca de anchos labios y un cutis perfecto, como toda su piel, morena de rayos UVA. Es una mujer curvilínea que tiene de todo muy bien puesto, con tetas fuertes, duras, musculadas, que caen hacia los lados, sin demasiado volumen, con oscuros pezones alargados, casi sin areola. Ni gota de grasa en el cuerpo, marcados todos los músculos, hasta muchos que ni siquiera sé que existan, con caderas más bien anchas que cobijan un culo redondo espectacular, algo masculino quizás, pero alto y duro como una perfecta tersa manzana. Depilada por completo —seguramente hecho con láser— su sexo de gruesos labios oscuros parece estar pidiendo guerra, brillante, mojado, obsceno en su total desnudez. Muslos y piernas propios de deportista, finos, fuertes, esculpidos por el ejercicio. Me parece que está muy buena, y me la voy a follar ya mismo porque está cachonda como una yegua en celo, tanto como asustada y nerviosa.
    
    La toalla compartida sale volando en cuanto suena un nuevo trueno, lo que le lleva a abrazarme con fuerza, al mismo tiempo que nos besamos —tengo que bajar bastante la cabeza— de manera guarra, ensalivada, con pelea de lenguas incluida. Bea está con los ojos cerrados, la boca abierta, aleteando las ventanas nasales, ...
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