Sometida
Fecha: 24/10/2020,
Categorías:
Hetero
Tus Relatos
Autor: Sardaukar110, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... la única prenda que conservaba, además de la botas. En algún momento, él se había desprendido de su camiseta negra, mostrando su torso musculoso y macizo, perlado de sudor.
Pero la enorme polla que asomaba por el pantalón seguía firme y dura como una piedra.
De un tirón, le bajó un tirante del sostén, dejando escapar una de las enormes tetas de Dana; blanda, cálida y cubierta de sudor, adornada con una aureola grande y un pezón menudo. Mientras la manaza del kurgano empezaba a amasar la gran mama, ella le miró a los ojos, con una mirada entre complacida y desafiante. Respondiendo a aquella mirada, Korden dejó que su miembro se apoyara sobre el monte de Venus de la mujer, frotándolo suavemente sobre el vello de su puvis, humedeciendo los rizos dorados con su liquido preseminal y rozando el clítoris son el tronco.
Si Dana esperaba otra embestida a su chocho, iba a sentirse engañada.
Engañada pero no decepcionada.
Se apartó un poco de ella y, en tono autoritario, dijo:
-Date la vuelta.
Ella bajó de la mesa y se dio la vuelta. Intuía lo que le esperaba, pero no podía impedirlo; ni siquiera negarse.
Con una mano sobre su espalda, él la obligó a tumbarse sobre la mesa, mientras con la otra le separaba las nalgas. Allí estaba su ano, pequeño, palpitante, completamente inundado de fluido vaginal. Guió el pene con la mano, hasta apoyar la cabeza en la entrada del ano de la mujer, antes de aferrarse a sus caderas...
-No... -consiguió articular la mujer. Su voz había quedado ...
... reducida a un leve jadeo.
No tuvo ningún efecto.
Con un movimiento de cadera, Korden presionó su pene contra el esfínter; al principio halló resistencia, el pequeño anillo se resistía a ser violado. La mujer se revolvió ligeramente, a la vez que emitía un gemido. Pero el hombre empujó más, y el ano de la mujer cedió finalmente. Ella gritó cuando la gruesa barra de carne entró finalmente en su cuerpo, abriéndose paso en su recto hasta llenar sus entrañas. Korden jadeó: notaba el ano de la mujer apretado y caliente, y eso solo aumentó su excitación. Paró de empujar y sacó su miembro, solo un poco, para volver a embestir, enterrando su polla aún más profundamente en el culo de Dana, arrancándole un nuevo grito, mitad chillido mitad gemido.
Una mano se agarró al codo de la capitán, mientras el otro seguía aferrado a su cadera. Otro embate, y el gemido cambió, y ella levantó una pierna para apoyar la rodilla sobre la mesa. Los testículos del kurgano chocaron finalmente contra las nalgas de ella. Ella tenía los ojos cerrados para soportar mejor el encuentro. Otra embestida, y otra, y otra; perdió la cuenta de cuántas veces la enorme polla se enterró dentro de su culo, hasta que abrió los ojos y vio a Lillian, la menuda oficial navegante, en el quicio de la puerta, mirándola con los ojos como platos y tapándose la boca con la mano.
La menuda muchacha estaba paralizada; no todos los días te encuentras a tu admirada capitán, la mujer más dura del sector, medio desnuda con la ropa ...