Sometida
Fecha: 24/10/2020,
Categorías:
Hetero
Tus Relatos
Autor: Sardaukar110, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... grandullón.
El kurgano redobló sus energías, y los gemidos de la mujer se intensificaron, mientras las primeras sensaciones placenteras comenzaban a irradiar de su sexo. El mercenario apartó el rostro y hundió un pulgar en la tela empapada; con cada embestida, un jadeo más intenso escapaba de la garganta de Dana. Entonces, guiado solo por el tacto, pellizcó un punto exacto entre los labios de la vagina de la capitán arrancándole un quejido; lo repitió, y otro quejido, aún más prolongado, anunció que la mujer se estaba corriendo.
Pero necesitaba más. Dana necesitaba más, y aquel maldito gigantón no parecía dispuesto a dárselo. Se llevó la mano a la entrepierna, por dentro del ajustado pantalón, hundió tres dedos en su coño anhelante, palpitante y ya encharcado; con fuerza, con rabia, buscando enérgicamente el orgasmo que tanto ansiaba.
Y entonces estalló. Un pequeño chorro de fluidos escapó de su sexo, empapó su mano y la ya húmeda tela de los leggings. Se retorció de placer en la silla; a punto estuvo de caer al suelo, de no ser porque el kurgano la retuvo. Sus sentidos se nublaron por un momento, un decepcionante y frustrantemente breve momento. Su respiración que se había disparado, recuperaba su ritmo normal.
Y entonces sintió unas manos sobre sus caderas, ascendiendo por su cuerpo hasta sus pechos. Cuando abrió los ojos, lanzó una mirada dura y furiosa al Marine drakoniano.
-Jodido eunuco. -le espetó. -Eres un puto inútil. ¡La próxima vez que una mujer te diga ...
... que la folles, hazle caso y empleáte a fondo, joder!
Fue a levantarse, con intención de echar al kurgano de su camarote y luego desahogar su frustración con una buena sesión de vibrador, pero el mercenario la obligó a sentarse otra vez. Lo hizo con un leve empujón, casi un gesto desganado, pero de una fuerza irresistible.
-¿Quién ha dicho que hubiera terminado? -gruñó el hombretón.
Y dando un tirón seco a las patas de la silla la hizo caer de espaldas contra el duro suelo metálico. El impacto la cogió por sorpresa, sacándole todo el aire de los pulmones, pero entonces notó que Korden la cogía por un tobillo y tiraba de ella hacia sí.
-La Capitán está acostumbrada a mandar, ¿verdad? -le oyó decir. -Pues eso no va a pasar.
Dana lanzó su pierna libre en dirección al mercenario, pero este apartó la bota sin esfuerzo y aprovechó para obligarla a girarse boca abajo. Metió su mano, su enorme mano derecha entre los muslos de la mujer; dos dedos se hundieron en su sexo, pero el pulgar oprimía entre sus nalgas, clavándose en su ano y arrancándole un quejido de dolor.
-Lo haremos a mi manera. ¿Estás de acuerdo?
-S..Sí. -consiguió articular.
La mano que no forzaba su intimidad le estaba retorciendo el brazo en una llave inmovilizante.
-No voy a violarte, Dana, pero tampoco voy a dejar que me eches antes de haber empezado siquiera. -declaró el mercenario.
Y diciendo esto, le soltó el brazo. La presión sobre su ano también disminuyó. Un poco.
-Ponte a cuatro patas.
Su voz ...