1. 39.4 A Londres pasando por Derby


    Fecha: 22/12/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... continúa explicando.
    
    —Venderé la casa y no sé dónde viviré, además son cosas suyas y pertenecen a su familia, a María le gustará tenerlas. –cambia de conversación inmediatamente cogiéndome de sorpresa.
    
    —Daniel…, Borja no tuvo la culpa, el único responsable y el que te traicionó fui yo. –me mira fijamente y mete las manos en los bolsillos del abrigo.
    
    —Ya hablaremos de eso Gonzalo, ¿tú crees que es el momento?
    
    —Sí, debe ser ahora, por lo menos hablar de lo que afecta a Borja, te le vas a encontrar en la cena y tenías que saberlo.
    
    —Fui yo el que le indujo aprovechándome de su cariño hacia mí. Él no quería y la jodí, a ti te hice daño, pero a él también. No fue solamente aquella vez, también debes saberlo, hubo otras, pero fue la última.
    
    —Nunca hubo mala intención en lo que hacíamos, ni hacía Ál ni hacía ti. Eran juegos de amigos que comienzan sin querer, todos hacemos tonterías y nosotros las hicimos, no éramos ángeles ni podíamos ser mejores.
    
    Creí sentir un sincero pesar en sus palabras.
    
    —Creo que no son necesarias tus explicaciones, en aquel momento me atreví a juzgaros creyéndome superior y me arrepiento de mi soberbia, han transcurrido cuatro años y el dolor pasó, al principio pude guardaros rencor, también se fue y todo quedó en el recuerdo.
    
    —Algo debe quedar en ti, dijiste que yo tenía quien me cuidara, en clara alusión a Borja y no es cierto, tampoco eso es verdad. Es un fiel servidor de la familia, para mis abuelos y para mí un familiar y no ...
    ... hay otra cosa.
    
    En este momento sentí tanto no haber medido mis palabras y no haberme callado.
    
    —Parece que todos tenemos mucho que perdonarnos, ¿verdad? Entiendo toda tu explicación y lamento haberte dicho lo que no debí. Voy a darme una ducha y vestirme, tendremos que salir para llegar a tu casa.
    
    Mientras el agua caía sobre mí y se llevaba la espuma del gel que tenía sobre la piel, pensaba que esa misma agua milagrosa, que nos limpiaba la piel, debía operar también en nuestro interior.
    
    El verle ahora tan desvalido y frágil, tan impotente, cuando había sido tan poderoso y fuerte, mi caballero medieval, el niño que me defendía de todos mis enemigos, mi amor de siempre, se deshacía la coraza que estos años había hecho crecer cubriendo mi corazón para protegerlo.
    
    —Bueno, ya estoy, espero que no lleguemos tarde. –Gonzalo estaba paseando por la habitación con el móvil en la mano y me miraba mientras me vestía; ahora todo lo hacía corriendo, al verle así me daba la impresión de que me estaba retrasando.
    
    —Tranquilo, no tenemos prisa, llegaremos con tiempo. –sentí un alivio tremendo.
    
    Parece que había llamado al chofer de sus abuelos mientas estaba en el baño, nos estaba esperando con la puerta trasera del automóvil abierta. Me sentí cortado al ver el servicio que se me ofrecía, ya lo había visto en su residencia de España, pero en las ocasiones que el chófer de allí nos llevó éramos nosotros los que abríamos las puertas.
    
    —Gonzalo, ¿por qué vas a vender la casa y ...
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