1. Cactus


    Fecha: 25/12/2017, Categorías: Control mental, Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... quiero comer
    
    Rápidamente, como si se lo arrancara, deja a mi vista dos tetazas todavía altas, duras, de piel morena, sin marcas de bikini, quizás caídas hacia los lados, con dos grandes y extendidas areolas marrones que en su centro llevan pezones largos y finos, oscuros, tiesos y duros como un cristal. Qué gustazo comerle estas dos maravillas, llenarlas de saliva, lamerlas, mamar los pezones, hacer intención de morderlos con labios y dientes. Me pongo ciego durante un buen rato, hasta que las prisas de mi polla me llevan a pedirle a Marta que se desabroche la falda azul oscura que lleva, lo que hace dando un suave, corto e incontrolado gemido, comenzando a respirar más fuerte, jadeando, quitándose como con rabia las bragas negras que lleva, a juego con el sujetador.
    
    La miro, siempre he sabido que Marta es una mujer muy deseable —en su juventud comenzó una relación pasional con el arquitecto dueño de la empresa, varios años mayor que ella, ahora prácticamente retirado en el litoral andaluz, que de vez en cuando viene para estar con ella de manera discreta— y que desnuda gana mucho. Está muy buena.
    
    De nuevo hago el gesto de besar suavemente su mano —¿por qué en este momento me entran ganas de tomar miel?— y en voz muy baja le pido que me desnude.
    
    —Qué bueno estás, y qué polla te gastas; joder, tío, qué cabrón
    
    Me besa con lujuria evidente, con pasión desatada, durante un largo minuto en el que no deja de palpar mi paquete.
    
    —Tenemos que darnos prisa, pronto ...
    ... empezarán a volver de comer
    
    Con su mano derecha sujeta por la mía me acerco a su oreja para lamerla y mamarle el lóbulo, lo que aprovecho para pensar, como una ilusión sexual:ahora chúpamela un ratito y luego te la meto
    
    Inmediatamente se dobla por la cintura —me encanta ver cómo le cuelgan las tetas— con la palma de una de sus manos sujeta mis huevos, los sopesa y aprieta levemente, mientras que con la otra mano dirige la polla a su boca, se la mete todo lo dentro que puede —no todas las mujeres saben manejarse con mis rectos veintidós centímetros y medio de largo por seis de ancho, con el capullo un poco picudo, más ancho todavía— y rápidamente comienza a hacerme una mamada.
    
    En esta postura la sujeto de los hombros y puedo admirar a una mujer algo más que madura verdaderamente deseable. De estatura media, ancha y fuerte, de pelo castaño claro, rizado, que lleva cortado por igual en toda la cabeza, en un peinado con raya a un lado. Ojos marrones muy oscuros, siempre brillantes y encendidos como carbones ardiendo, nariz recta quizás un poco grande, boca también grande de labios rectos, gruesos, de tono oscuro, tal y como sucede con las areolas y pezones de esas grandes tetas. Le sobra algún que otro quilo cervecero, pero ni tiene feosmichelines ni lorzas antiestéticas en los costados. Su pubis muestra una gran densa mata de vello castaño oscuro, rizado y encrespado, que casi tapa por completo los gruesos amarronados labios de su sexo. Muslos anchos, un poco gruesos, ...
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