TIEMPO PASADO - Relatos Eróticos

TIEMPO PASADO

... ¡Dios, tendría que tener dos pijas! Era así la cosa. Y llegué hasta el final. El dedo no entraba más, no por su culo sino porque la mano no lo permitía. Se lo saqué despacito. Increíble, que limpita que estaba. ¡Se había preparado para la ocasión! 
-¿Cómo estás?
-Bien, bien, muy bien, ahora casi ni me molesta.
-Bueno, sigo con el pulgar.
-¡Oh, es más grueso!
-No pasa nada.
	Me tuve que acomodar un poco para meterle el pulgar, pero no dejé de acariciarle la concha y el clítoris. Brenda estaba totalmente relajada. Gemía y suspiraba despacito. El ano no ofrecía ninguna resistencia. Me moría de ganas de enterrársela, pero quería que notara la diferencia entre los dedos y la pija. Eso se iba a dar. Nunca fallaba. 
	Otra vez despacito, pero girándolo un poquito para acá, otro para allá. Ella seguía con sus manos abriéndose el ojete y yo penetrando el pulgar. ¡Ya estaba! Los trámites preliminares terminaron.
-¡Noooo, no me lo saqués! ¡Me viene! ¡Voy a acabar!
-Bueno, dale con todo.
-¡Ahh, ahh! ¡Qué lindo! ¡Me gustó mucho!
-¡A mí también!
	Ahora sí, estaba totalmente entregada.
-Vení, arrodíllate en el borde de la cama, los pies afuera. - Se puso como le dije.- Abrite el culo.
	Tenía el choto bien duro. Apoyé el glande contra el ojete. La cabeza entró sin mucho problema. La “horma” estaba hecha. Empujé muy suavemente, lo sentía fantástico. El “entrenamiento” no había sido tan duro.
-¿Qué tal?
-Bien, lindo, me gusta, te siento en el recto, es lindo, me gusta. Me duele ...

... un poquito, pero es más lo que me gusta.
-¿Te la saco?
-¡No, no, para nada! ¡Seguí así hasta el fondo!
	Sus exclamaciones lo decían todo. Continué penetrando con suavidad. Poco a poco hasta que mis bolas llegaron a su culo.
-Podés sacar las manos. Ya está adentro.
-¡Sííí! Lo siento, es lindo. ¡Me gusta, me gusta mucho!
-¿Viste? A tu amiga le tocó una bestia. Ahora te voy a bombear un poco. 
	Fui sacando el choto muy despacito, para que ella sintiera como se movía dentro suyo. Cuando la cabeza quedó al borde del agujero empujé de nuevo hacia dentro, muy suavemente y varias veces hice lo mismo. Cuando noté que Brenda acompañaba con su recto mi movimiento, apretando o aflojando, me incliné para meterle la mano en la concha. Quería que ella acabara conmigo.
-¡Oh, me estás volviendo loca! ¡Me dan ganas de acabar de nuevo!
-No te preocupes. Lo haremos juntos,
-¿Vas a acabar en el culo?
-Sí, claro, junto con vos. 
-Ohhh, ¿y eso no molesta? 
-No, para nada, verás que lindo.
Y seguí con el bombeo, cada vez más rápido, ya sin llegar a la puerta, dale y dale. 
-¡Aaahhh, me viene!
-¡Sííí! ¡A mí también! – ¡Sentía las convulsiones de mi pija!
Y con una mano en su concha y la pija en su culo nos mandamos uno orgasmo genial. Seguro que Brenda no lo olvidaría nunca.
-Y ¿cómo fue? ¿Te dolió la acabada?
-¡Pensé que la leche me llegaba a la garganta! Y… sí dolió, un poquito, pero me gustó, ¡me gustó mucho, muchísimo!
	El semen chorreaba del culo de Brenda, enchastrando sus ...