Los blanquísimos jamones 5
Fecha: 11/02/2021,
Categorías:
Hetero
Tus Relatos
Autor: Caramelo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
-¡Sos un ángel!
-¡Vos lo sos!
-Ahhh… ¿Araceli no sabe de la idea de ustedes de acostarse conmigo?
-Sí. Eso sí. Le dijimos cual era nuestro propósito… ¡y se puso muy contenta! Le encantó que tuviéramos un hijo tuyo.
Y nos quedamos callados, siguiendo con nuestras caricias. Yo sentía que mis genitales estaban “despertando”.
-Decime, por curiosidad nomás. ¿Cuándo fue tu primera vez?
-¿Y por qué te interesa?
-Es…, qué se yo…, para conocerte más.
-¡Jaja! Eso a las mujeres no les pregunto. ¡Es como preguntarle la edad!
-Noooo…, no quiero molestarte, pero es cierto que quiero conocerte más…
“Por razones de trabajo de mi padre, nos mudábamos constantemente, así que mi casa en la ciudad donde nací, estaba la mayor parte del tiempo alquilada o vacía. La cuidaban unos vecinos, muy amigos de mis padres, que habían construido la casa casi al mismo tiempo. Después de muchos años de andar dando vueltas retornamos.
Y resultó que mis vecinos tenían tres hijas de las cuales no me acordaba en absoluto. Se pusieron muy contentas por nuestro retorno, pues al fin tenían vecinos “civilizados”, pues era un barrio bastante despoblado, y en la manzana había solamente cuatro casas, sin ningún chico de la edad de ellas. Y como las escuelas estaban bastante lejos - en esos pueblos diez cuadras es una enormidad -, pasaban la mayor parte de tiempo solas, jugando entre ellas. No hubiera pasado nada, creo, si a nuestros padres, en esas vacaciones de escuela, no se les hubiera ocurrido ...
... inscribirme mí y a Mecha, que así llamaban a la mayor de las chicas, en el Instituto de Bellas Arte de la ciudad. Mecha tenía dos hermanas menores y era un par de años mayor que yo, pero en realidad no se notaba porque yo era bastante grandote para mi edad.”
-Ya te aburrí ¿no?
-No para nada. Escucho atentamente. Yo siempre viví en la gran ciudad, y no tengo idea de la vida en los pueblos de provincia.
“Por entonces, por suerte, era otro mundo. No había problemas de seguridad. Nuestras casas estaban rodeadas de alambradas y nada más. La casa de Mecha, mi vecina, daba a un gran baldío que ocupaba las tres cuartas partes de la manzana, y tenían una puerta de alambre, para llamarla de alguna manera, que permitía pasar a ese gran descampado. Por allí salíamos para ir a la escuela y al instituto de arte, pues nos ahorrábamos dar la vuelta a la manzana. Era verano e íbamos, Mecha y yo, de 6 a 8 de la noche, que en realidad no era noche, pues en esos meses la noche llega más tarde.
En la escuela de arte, para aquellos que estudiaban en serio -no como nosotros y otros chicos que íbamos para pasar el verano haciendo algo-, le ponían modelos vivos, mujeres y varones que, por alguna razón, que nosotros no comprendíamos, posaban desnudos o con mínima cantidad de ropa. Por supuesto, para nosotros eso estaba vedado, pero en varias oportunidades, Mecha y yo, y otros chicos también, espiábamos para ver qué era eso. Una tarde, no sé porque, Mecha y yo logramos escabullirnos dentro del salón, ...