1. Euterpe y Tauro (2)


    Fecha: 07/01/2018, Categorías: Bisexuales Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... toros lo hace, en oleadas, con la cabeza hecha un “molinillo”, pegando “tonillazos”, cornadas, a diestro y siniestro
    
    Pero Gallardo no se amilanó ante aquella marea de malas intenciones, sino que también él sacó toda su mala uva, empleándose a más y mejor con el animal; manejando la muleta como un látigo, empezó a “recetarle” mandones doblones por bajo, hincando la rodilla en tierra en cada pase, obligando al marrajo a tragar tierra en cada envite, castigando, despiadado, sus riñones, haciendo que casi junte pitones y cuartos trasero en cada pase. Y, poco a poco, los “tornillazos” fueron acabándose y la cabeza asentándose según el burel se iba rindiendo a su dominador
    
    A cada momento que pasaba, la figura de Gallardo se agigantaba merced al subidón de testosterona que le dominaba; parecía decirle al burel: “Atrévete ahora, valiente, a ver si me puedes como antes”, pero el toro ya no podía con él, y minuto a minuto eso lo iba comprobando, que el hombre, ese ser raro, terrible, le vencía sin remedio, sin que le quedara más opción que rendirse a él, sin condiciones. Y lo que son las cosas, entonces, cuando el astado aceptó su derrota, surgió cuanto de bueno, en verdad, llevaba dentro
    
    Porque ese toro, que hasta momentos antes se había comportado como un manso “pregonao”, desde entonces cambió por entero, pasando a comportarse como un verdadero toro bravo, embistiendo a la muleta de Gallardo una y otra y otra vez, incansable, sin un extraño, un mal gesto, recto, derecho, ...
    ... sin cabecear, fijo en la muleta. Es lo que sucede cuando uno de estos toros cae en manos de un torero de verdad, un torero que lo entiende, que le puede, le domina. Se dice que un buen toro, bravo, codicioso, descubre a un buen torero, pues a uno que no lo sea lo trae todo el tiempo por la “calle de la amargura”, se lo “traga”, siendo él, el toro, quien manda en el ruedo, acosando al torero, sin darle momento de respiro, y no al revés; pero es que, un buen torero, también descubre a un buen toro, pues esa clase de toreros saben sacar lo mejor que cada toro lleva dentro, dominándolos, domeñándolos.
    
    Desde entonces, desde que el “pregonao” comenzó a embestir por derecho, fijo en la muleta, sin ningún mal modo, Gallardo comenzó a torearle con ese arte, ese “duende”, que caracterizaba su toreo de artista. Entonces sí que fueron de ver los muletazos medidos, hondos, auténticos, en series de derechazos en redondos, naturales cargando la suerte, con la muleta bien baja, llevando al toro humillado, arrastrando el belfo por la arena, series que remataba el pase de pecho como debe darse, engarzando el pase al último de la serie que se acaba de dar, sin permitirle al astado recuperarse, tirando de él desde la propia espalda hasta sacárselo por el hombro contrario, dejando que los pitones contorneen el pecho hasta, incluso, rozarlo, que de ahí viene el nombre del pase, “de pecho”, haciendo, a la vez , que la muleta barriera el lomo del animal, de pitón a rabo, como mandan los cánones del ...
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