1. Esclava de mis actos, presa de mis palabras


    Fecha: 10/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos

    ... en el chat”. Yo estaba inmóvil, tenía esa tremenda vara amenazante en la puerta de mi culo a punto de romperme toda. De ultrajarme. Sentía su respiración en mi nuca y su aliento hediondo. Me metió un dedo en el culo.
    
    “Pedime que te lo rompa todo”, me repitió. Yo no podía pronunciar palabra. Me tiró del pelo, me levantó la mejilla tirando apenitas de los pelos de la nuca. “Dale putita, te quiero escuchar”, me repitió y su pene ya trataba de hacerse lugar en mi ano.
    
    “Rompelo, Gustavo, por favor rompémelo todo”, repetí para que no me pegara otra vez. Y su enorme pija me perforó sin importarle nada. El dolor fue tan grande que tuve ganas de morirme ahí mismo. Su enorme verga me había perforado las entrañas y bombeaba como un animal aplastándome contra el auto. “Pedime que siga, que no pare, te quiero escuchar clarito”, me repitió al oído.
    
    “Dame más Gustavo, rómpete toda, lléname el culo de leche”, dije sin saber el peso que más tarde tendrían mis palabras. Sentí su chorro caliente recorriendo mis intestinos. Siguió bombeando casi por un ...
    ... minuto más. Sólo decía “Vos lo pedís, vos lo tenés zorrita”. Su semen caía por mi entrepierna y hasta me pareció ver sangre. Seguramente me había desgarrado el ano con esa enorme pija y sus malos modales. Me dolía el alma. Recién ahí me devolvió el celular.
    
    Me subí la bombacha como pude y me acomodé la ropa. Me dolía la cabeza por la trompada y el culo por la violación. Se volvió a subir al auto y antes de irse me hizo escuchar un audio de su teléfono. “Rompelo todo Gustavo, por favor rompémelo todo”, se escuchaba con toda claridad.
    
    “Ni se te ocurra denunciarme zorrita, porque no te cree nadie de lo puta que sos”, me advirtió antes de que lo viera alejarse, afortunadamente por última vez en la vida. Me sentí muy boluda. Había hecho todo lo posible para terminar como terminé, con el culo roto y la autoestima por el piso. Nadie me iba a creer si hacía la denuncia. Yo preferí el silencio, hasta estas líneas, para recordarles que jugar con fuego siempre deja sus marcas indelebles. Es así la vida, uno es esclava de sus actos y presa de sus palabras. 
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