"Con mi madre en la tormenta" - Relatos Eróticos

"Con mi madre en la tormenta"

... inmediatamente. Cuando estaba la poronga al palo me pidió sexo anal. 
No quiero que dejemos este hotel sin que me hayas hecho bien la cola, bebé. Quiero que me rompas el orto, hijo. 
Se puso de espaldas y abrió bien su culo. Primero le empecé a chupar las nalgas y con el dedo le fui dilatando el agujerito, que de paso también lo lamí. El culo de Kari era lindo y paradito como dije y sus nalgas eran musculosas lo que permitía que le pueda poner la pija en la raya del culo y hacer una especie de cogida de nalgas. Como si fuera una paja turca, pero en vez de hacérmela con las tetas, refregaba mi pija por las nalgas. La sensación era hermosa y nos calentó más. Cuando el culito estaba bien abierto se la fui metiendo de poco. Mi pija es tamaño normal, así que no hubo complicaciones. La fricción de clavársela en el culo y en pelo era genial. Su concha era calentita pero más lo era su orto. Poco a poco fui enterrándole la pija hasta hundirla bien profunda. Mis embestidas pasaron de lentas a fuertes y mi madre deliraba de placer y gritaba como una puta. 
La ...

... quiero toda, toda adentro del culo, vamos bebé, dame toda tu leche, quiero sentir toda tu lechita en el culo, dale, acabáme, acabale a mami en el orto guacho… Y no me hice desear. Otra vez, la leche salió con mucha fuerza y se le quedó toda adentro del ano. 
Nos besamos. Y nos bañamos juntos antes de salir. Si bien tuvimos un romance estilo novios en la bañera con muchas caricias y mimos, no hubo penetración ni sexo oral ni masturbación bajo la ducha. Solo una especie de affaire. Nos vestimos, salimos, pagamos el hotel y seguimos viaje a Entre Ríos. Mi madre se quedó unos días de mi tía y yo regresé a Montevideo. 
Desde esa noche, pienso siempre en la idea de poder repetir la experiencia e incestar otra vez. Pero todo quedó ahí, como una aventura secreta, sin que nunca ni Karina ni yo volviéramos a hablar del tema. 
Espero que en cualquier momento tenga que volver a llevar a mi madre con mi coche a la casa de mi tía. Quién sabe si no nos agarra otra tormenta por la ruta y no reaparezca repentinamente Edipo, como esa noche de hace justo un año. Ojalá así sea.