1. Historias de minimercado


    Fecha: 29/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... argumento para pajearme casi hasta la deshidratación.
    
    La pendeja
    
    Ya la habíamos visto antes en el minimercado, siempre acompañada por su novio: un joven fortachón con una evidente sobredosis de gimnasio. Era una joven muy hermosa y las pequeñas minifaldas que vestía la hacían aún más llamativa. Sus piernas lucían perfectamente torneadas y su culito respingón sobresalía de manera singular; daban ganas de manotearlo a la pasada. Yo traté de contemplar su belleza en forma disimulada, pero el Misil –en honor a su apodo– no andaba con rodeos: a pesar de que la joven estaba acompañada, le clavó los ojos como para comérsela entera.
    
    –Qué pendeja más hermosa; cómo me la garcharía toda –me dijo en voz baja.
    
    –Tranquilo Misil, que el novio está grande –le advertí.
    
    Pero el Misil no conocía el miedo, y aprovechando que era última hora y quedaban pocos clientes, me hizo la siguiente proposición:
    
    –Distraémelo un ratito que me garcho a la pendeja acá nomás –se lo notaba muy excitado–; si me hacés este favor te devuelvo las quinientas monedas.
    
    –¡Ni por todo el oro del mundo! Vamos a terminar golpeados y encima presos.
    
    –Pero mirá que sos cagón, nene, jaja.
    
    Luego me ausenté unos minutos: primero visité el baño y más tarde estuve en el depósito. Regresé a tiempo para presenciarlo todo: mientras el fortachón inspeccionaba la góndola de los vinos, el Misil llamó a la pendeja con un gesto y ella caminó hasta la caja. Cuando llegó, el impetuoso cajero la estaba ...
    ... esperando con la verga al aire y dura como tronco de roble; esa tremenda verga que parecía ser su arma secreta.
    
    La pendeja la observó sorprendida. Inmediatamente, como poseída por ese majestuoso vergón, cruzó para el otro lado de la caja, se arrodilló y se lo empezó a chupar como si no hubiera nadie alrededor. Yo contuve mi respiración: había gente recorriendo el establecimiento y el fornido novio de la joven estaba ahí, a unos pocos metros de la felación. Le hice una seña al Misil para que recapacitara de su peligroso accionar; lo que conseguí fue que se llevara a la pendeja para el depósito. Allí pude soltar mi primera gran exhalación: al menos de esa manera no quedaba tan expuesto.
    
    Instantes después el grandote giró su cabeza en todas direcciones, seguramente buscando a su novia; fue allí cuando decidí abordarlo:
    
    –Hola, ¿te puedo ayudar? Los vinos con mi especialidad –no tenía siquiera conocimiento básico acerca de bebidas alcohólicas, sólo sabía que había un estrecho vínculo entre el vino y la uva.
    
    El joven me agradeció la ayuda y me comentó acerca de su indecisión; tenía una botella en cada mano:
    
    –No sé si el seco o el semiseco…
    
    Yo improvisé un discurso de sommelier desde la más pura ignorancia mientras me preguntaba qué carajos hacía un pendejo adicto a los esteroides analizando vinos. Me dieron ganas de decirle que se llevara un par de cervezas y se dejara de joder. Pero necesitaba ganar tiempo. Para colmo, los últimos clientes que quedaban comenzaron a ...
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