1. Historias de minimercado


    Fecha: 29/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... todavía con los pantalones bajos y todo lecheado. Su cuerpo entero exhibía el húmedo brillo de una gran lluvia dorada.
    
    –¡Un fueeego la pendeja! ¡Me destrozó la pija! ¡Y me meo todo la hija de puta! jaja –me dijo extasiado. Sentí ganas de acogotarlo.
    
    Esa noche no solamente me pajeé hasta la saciedad, también recuperé mis quinientas monedas.
    
    La bomba
    
    En aquella histórica tarde, como era lógico, no había ningún cliente en el minimercado. Una pantalla de televisor, aunque fuera pequeña, hubiera valido para mí lo mismo que el oro; sin embargo, el albur me encontró intentando sintonizar –sin éxito– una vieja radio a pilas. Mientras tanto, el Misil calmaba su tedio observando las calles desiertas a través de la ventana.
    
    –Nene, ¿qué pasa que no hay nadie por ningún lado?
    
    –Parece que sos el único que no está enterado…
    
    –¿Enterado de qué, nene?
    
    –De la final, Misil, la final… El San Ignacio… Si ganamos subimos a primera por primera vez en nuestra historia –le respondí mientras un desesperante ruido blanco me iba resignando a no tener noticias del partido.
    
    La novedad no lo entusiasmó demasiado pero lo motivó para comenzar contar a viva voz una hazaña amorosa que había transcurrido bajo las gradas del modesto estadio del club: se había cogido a la novia del arquero mientras éste defendía nuestros sagrados colores. Por suerte el cimbrar del teléfono del local me salvó de continuar siendo espectador de tal herejía. En la soledad de la tarde alguien llamaba para ...
    ... realizar un pedido. Tomé nota con cuidado.
    
    –¿Quién era, nene? ¿Un pedido? Justo hoy que no vino el hijo de puta del delivery –el delivery era sobrino de uno de los dueños y aprovechaba ese privilegio para presentarse a trabajar cuando le venía en ganas. Seguramente en ese momento estaba en la cancha disfrutando de unas cervezas y vibrando con las emociones del juego… Sentí envidia.
    
    –Era la señora de Castro –respondí.
    
    –¡Uhh, la bomba! –exclamó el Misil con entusiasmo.
    
    –¿La llamo y le aviso que hoy no hacemos delivery?
    
    –No, esperá… ¿qué pidió?
    
    –Bananas, huevos, leche, polvo para hornear... y un salchichón.
    
    –Ahh, pero parece broma… ¿No te das cuenta, nene? Lo que está pidiendo es pija. Seguramente su marido está como tarado con el partido y no la atiende. No la llames: prepará el paquete y se lo llevamos nosotros personalmente; es acá cerca, a una cuadra. Me faltaba cogerme a esta putita...
    
    Cerramos el minimercado y nos dirigimos hacia la casa de Castro. Durante el corto trayecto el Misil me fue dando algunas referencias de la señora.
    
    –No sabés el lomazo que tiene la veterana, nene; está mejor ahora que cuando era joven; echó un orto increíble, y últimamente se le ha dado por mostrarlo, parece que le va a explotar, por eso le dicen la bomba; ella sabe que está buena y anda por ahí calentando pijas descaradamente; tiene una carita de puta traga leche…
    
    –Qué raro que todavía no te la cogiste –le dije de manera socarrona.
    
    –Es que el marido la marca de ...
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