1. Una esclava inesperada V


    Fecha: 01/02/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... masturbaba con una mano y con la otra me dedicaba a uno de sus pequeños pechos. Ella no se rasuraba la concha y estaba completamente peluda en la parte de abajo. No me importaba, igual me moría por mamarle ese coño y penetrarlo. Elisa ya no aguantó más y comenzó a gemir como una loca.
    
    En ese momento Ga se detuvo en su labor de felación y volteo hacia arriba, ya sin la venda en los ojos. Lo primero que noté en sus ojos al verme masturbando a Elisa fue un odio muy intenso, pero no se movió. Sólo alcance a ver que cerraba uno de sus puños con mucha fuerza, hasta el punto de que su mano se puso blanca. “Más te vale que obedezcas la siguiente orden puta, si no, te va a ir muy mal. Comienza a mamarle la concha”, le ordené a Ga, mientras seguía masturbando a Elisa, quien tenía los ojos en blanco y seguía gimiendo como toda una golfa.
    
    Como no obedecía, le solté una cachetada bastante fuerte y de inmediato se acercó a Elisa, le bajó el pantalón por completo y comenzó a mamar. Elisa, al sentir el cambio de unos dedos a una boca, se sorprendió, pero increíblemente (dados sus sentimientos) no hizo nada por moverse o quitar a Ga, incluso, al contrario, abrió más sus piernas y tomó su cabeza para meterla más entre sus piernas. Yo me desnudé y en ese instante me di cuenta de que hacía demasiado frío, pues estábamos aún en el garaje de Elisa.
    
    Ga seguía mamando la concha de Elisa, cuando esta reparo en mí; me sonrió y me hizo señas de que me acercara. Se inclinó y ella comenzó a ...
    ... mamarme la verga. Ya necesitaba nuevamente de estos placeres. Elisa no era tan buena como Ga, pero sabía hacer su trabajo. Llevábamos un rato así cuando Elisa se despegó y comenzó a gemir más fuerte, señal de que estaba a punto de venirse y lo hizo instantes después de que dejo de mamarme y me sorprendió, ya que parecía que se estuviera orinando. La cantidad de flujo fue tal, que Ga quedó empapada y todavía se formó un pequeño charco debajo de ella. Cayó al suelo mientras Ga se relamía.
    
    - ¡Oh, Dios mío!
    
    - Y esto solo ha hecho más que comenzar – dije agarrando a Ga del cabello y obligándola a mamar mi erecto miembro – aunque tenemos que meternos, porque hace bastante frío aquí.
    
    - Vamos. – dijo Elisa
    
    Elisa se quitó lo que le quedaba de ropa y nos indicó que la siguiéramos. Ella caminaba muy raro, presa de aún de los efectos de su torrencial orgasmo. Ga se levantó y al andar le solté una tremenda nalgada. Elisa volteo y sonrió y le dijo a Ga: “yo también quiero hacer eso”. Dicho esto, se regresó hasta donde estaba y también nalgueó a Ga, pero no tan fuerte como yo lo había hecho. “Así, más duro” le dije ejemplificándolo con otra fuerte nalgada y Eli, sonriendo le soltó otra tan fuerte como yo. Ga estaba entre enojada y extasiada, aunque su entrepierna delataba que se trataba más de lo segundo.
    
    Entramos a la casa e inmediatamente Elisa se dirigió a la cocina y trajo una botella de tequila un poco empezada y tres caballitos. En lo personal, físicamente me gustaba más ...
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