1. Mi familia paterna


    Fecha: 12/02/2018, Categorías: Incesto Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... agua me cayera sobre el abdomen y los genitales. Esto me excitó y acompañé la excitación masturbándome de nuevo. Quedé muy aliviado. Esta vez ya no costó tanto y estaba más despierto y con ganas de comer. Salí de la ducha y me sequé con una toalla limpia que estaba colgando del toallero. Entonces vi que había cuatro toallas de diversos tamaños, todas de la misma línea. Pensé si estaría en un hotel de cinco estrellas.
    
    Había hecho mi primer trabajo del día. Las cosas iban bien, pero tenía hambre.
    
    II
    
    Me puse el short y bajé las escaleras hacia la planta baja, porque la casa tenía tres pisos; yo dormía en el segundo que es donde estaban las habitaciones y en la planta baja estaba el comedor, la cocina, la sala de recibir, la sala de estar, el patio, la cochera, un baño y un lugar destinado para guardar los aperos del campo.
    
    Sentí hambre y me dirigí a la cocina. Escuché una voz desde el comedor:
    
    —”Aquí tienes tu desayuno, tardón”.
    
    Era mi primo Gaspar que estaba esperando que me despertara. Había comenzado a cumplir su encargo. Iba con un short salmón de tela de algodón con mezcla y una camiseta de tirantes azul pastel, calzaba zapatillas azules. Estaba sentado en un pequeño sillón con una revista en la mano y medio tumbado. Entré al comedor y se puso de pie, me abrazó y me besó. Yo no sabía que hacer y me dijo:
    
    —”Anda, Jess, dame un beso que somos primos, joder”.
    
    Lo besé. Además, como me pareció muy guapo, porque lo es de verdad, quise darle confianza y ...
    ... lo volví a besar.
    
    —”Ya vamos bien; creo que vas entendiendo”, dijo así de simple y sin inmutarse. Y continuó:
    
    —”Pero no te quedes ahí parado, come algo, ahí tienes preparado el desayuno; lo que no quieras lo devolvemos todo a la cocina”.
    
    Desayuné escuchando todo el tiempo el plan para la mañana y creo que también me dio el plan de la tarde, pero como no paraba de hablar, no me acordé de tantas cosas que decía. Además, me pareció que hablaba de lugares, sitios donde teníamos que ir, personas que tendría que conocer, jerga que tendría que aprender y no sé cuántas cosas más, porque no paraba de hablar todo entusiasmado como estaba. Su voz era muy agradable y la simpatía diciendo las cosas con multitud de gestos con sus manos hacían amena la escucha. Pero yo había acabado de tomar mi desayuno y no sabía si levantarme o seguir escuchando y me puse a mirar en silencio su expresiva cara mientras él seguía hablando. Al cabo de un rato, se dio cuenta que yo ya había desayunado y dijo:
    
    —”No paro de hablar nunca, todo el mundo me lo dice, pero nadie se ha puesto a escucharme nunca como tú ahora. ¡Eres un tipo cojonudamente genial! ¡De puta madre, joder!”.
    
    —”Cojonudo, no lo sé; pero de puta madre, seguro”, dije por continuar con su jerga, porque de cada dos palabras suyas, una era pura grosería y la otra de la “new slang sexuality”
    
    Escuchar a Gaspar se hacía grato en demasía y era, además, cautivador, pero, al darse cuenta que yo me había acodado sobre la mesa para ...
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