1. Mi familia paterna


    Fecha: 12/02/2018, Categorías: Incesto Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... ofrecer una camisa a Jess, fijaros qué pensará de nosotros…”
    
    —”Tía Fina, no pienso nada, hace calor”.
    
    —¡Bien dicho! ¿Ves, mamá, como el primo entiende?, dijo Gaspar.
    
    Luis, sin embargo, no se quitó su camisa, aunque la llevaba abierta, ni hubo un alma que le invitara a sacársela. Tío Andrés ya iba con una camiseta sport de tirantes blanca desde el principio y tía Fina mostraba los pechos casi al completo y su espalda no estaba exenta de respiración. A raíz de esto comenzó una conversación sobre el nudismo y decían que había casas en las que no tenían pudor ni preocupación por quitarse la ropa, etc. Cada uno daba su opinión y yo no decía nada, solo escuchaba, hasta que Fernando dijo:
    
    —”Jess, tú que eres universitario, ¿qué dices de eso del naturismo y el nudismo? Tú vives en la costa e irás al mar con frecuencia, ¿hay mucho nudismo por esos lares? —y sin frenarse añadía muchas preguntas— ¿Eres nudista? ¿Vas desnudo por casa? ¿Tienes amigos nudistas? ¿La playa que frecuentas, porque frecuentarás mucho la playa, al menos por tu color… —mientras yo inclinaba la cabeza afirmativamente, continuaba— ¿es nudista la playa a la que vas? ¿Hay escándalos en esas playas?, ¿van muchos solo por mirar?, como se dice eso…, caray… no me sale…”
    
    —”Voyeur”, dije taxativo.
    
    —”Eso, eso. ¿Hay mirones?, dijo Fernando.
    
    Yo incliné la cabeza como afirmando y para comenzar a hablar, entonces Fernando, con la botella de bourbon en las manos dijo:
    
    —”Refréscate la boca y come, que ...
    ... mi hermano te llena de preguntas y, si le haces caso, no comerás nada”.
    
    Mesuró buen trago y todo concluyó por el momento en risas a carcajada abierta. Se comenzó otro tema y luego otro. No buscaban soluciones, sino tener conversación de todo. De cualquier palabra salía algo que comentar y conversar, pero nada profundamente y nada daba pie a la discusión. Los que más hablaban eran los mellizos. Luis no dijo nada y tío Andrés muy poco. A mí se me permitía que dijera a todo que sí, que bien, y que atendiera y de vez en cuando me decían que comiera, pero como tenía a mi izquierda a tía Fina, ella iba poniendo cosas a mi plato y me pellizcaba la cintura por debajo de la mesa para que no hiciera caso a los mellizos y comiera.
    
    Nada ficticio había en tía Fina, nada para agradar o por mero trámite. Se notaba que sabía querer. Noté cómo quería a los mellizos, les escuchaba complacida, les miraba continuamente. Si en algún momento se hizo el grave silencio donde nadie habla, preguntaba a Fernando o a Gaspar algo para que arrancaran. No dejaba que la conversación decayera.
    
    Luis se comportó muy educadamente silencioso y respetuoso para no destacar, estaba sentado a mi derecha y, sin decir palabras, me indicaba si alguno de los mellizos o tío Andrés me hablaban a mí para que les atendiera. Otra prenda muy valiosa me pareció Luis. Sabía callar y hablar oportunamente. También pude apreciar cuánto se le quería en la casa.
    
    Acabamos de comer y nos sentamos en una terraza junto a la ...
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