1. El secreto de Rita Culazzo


    Fecha: 09/03/2018, Categorías: Grandes Relatos, Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... una pequeña habitación ubicada en los oscuros fondos de la casa que se encuentra, a su vez, en el fondo de la casa principal.
    
    Allí encontré a la Sra. Rita Culazzo, mi santa madre, garchando salvajemente con mis dos tíos (o quizá debería decir con mi tío y mi verdadero padre). ¡Qué cepillada le estaban dando, por Dios! Era una doble penetración bestial.
    
    Mi arrecha madre cabalgaba desesperadamente la pija de Juan, mientras que mi otro tío la enculaba sin piedad. Había que ver el tamaño de aquellas dos vergas. Sin duda medían más de veinte centímetros y eran tan gruesas que parecía difícil rodearlas por completo con una mano. Ella tenía una cara de puta viciosa que yo no me hubiera imaginado ni en mis fantasías más sórdidas. Sus enormes tetas se bamboleaban arriba y abajo en forma violenta. Todavía tengo la imagen grabada en mi mente de su carita de trola mientras se relamía y luego se mordía con desesperación el labio inferior. Realmente estaba gozando con aquellos dos monstruosos miembros.
    
    Desde mi posición furtiva pude observar todo el espectáculo. Pronto mi furia fue sustituida por una gran excitación. Pronto mi verga estuvo en mi mano y pronto la descargué derramando unos buenos chorros de leche en el suelo. Mientras tanto, la escena adquiría su máxima temperatura. La velocidad con la cual mis tíos metían y sacaban sus pijas de los agujeros de mamá aumentaba vertiginosamente. Ella cambió sus fuertes gemidos por verdaderos gritos de placer.
    
    –¡Me vengoooooo! ¡Me ...
    ... vengoooooo! –empezó a gritar mientras su cuerpo temblaba y sus ojos se ponían en blanco.
    
    Mi tío, el que la enculaba, tras anunciar también su inminente culminación, procedió a inundarle el intestino de leche. Luego le sacó la pija del culo y continuó vaciándosela en su hermosa cara. Yo nunca había visto una acabada tan abundante. Gruesos chorros de esperma le seguían brotando de la pija y parecían no tener fin. Ella se la chupó con desesperación, tragándose hasta la última gota, mientras con voz de puta balbuceaba una breve teoría que relacionaba la cantidad de leche de la acabada de mi tío con el tamaño de su pija.
    
    Mi tío se apartó satisfecho mientras mamá, lejos de amainar su lujuriosa cabalgata, siguió saltando violentamente sobre el miembro de Juan. Saltaba cada vez más alto y más rápido, hasta que el pobre hombre no aguantó más y no tuvo más remedio que llenarle la concha de leche. La batalla había terminado con el contundente triunfo de Rita Culazzo. Ella pedía más, pero las dos pijas ya estaban blandas y chorreantes, y sus dueños rendidos de tanto placer satisfecho.
    
    Yo volví a la casa y, completamente atónito, me senté a reflexionar sobre el secreto de familia que acababa de descubrir, del cual yo era producto, y sobre la experiencia de ver a mi vieja cogiendo como perra en celo con sus cuñados. La puta no había dejado de sorprenderme en todo el fin de semana.
    
    Al rato los tres volvieron por separado y por diferentes lugares. Mi madre llegó del fondo con paso ...
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