1. Choque Térmico (Caliente).


    Fecha: 14/03/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... agua tibia recorrer mi cuerpo, que me sacó totalmente de balance lo que vi al abrir los ojos.
    
    —¡Señor Pozos, qué hace usted ahí?
    
    —Nada que no hayas hecho tú antes, preciosa; eso tenlo por seguro... —Me respondió el Señor Pozos asomado por la ventila del baño.
    
    —Eso es muy peligroso, no se arriesgue así... Si gusta, lo puedo dejar ver más de cerca— le propuse sonriéndole con coquetería.
    
    Su sonrisa maliciosa me dijo que aceptaba mi proposición. Instantes después escuchaba que golpeaba la puerta del baño.
    
    —Señorita, ¿está usted bien? —preguntaba el Señor Pozos del otro lado de la puerta.
    
    —Sí, Señor Pozos; me encuentro mejor que nunca.
    
    —Podría darse prisa, por favor; necesito usar el baño.
    
    —En un momentito más estoy lista.
    
    —En serio, señorita; es urgente, le juro que si no se da prisa me va a ganar.
    
    —Espéreme tantito, Señor; ya mero termino, un momentito nada más.
    
    —Por lo que más quiera, se lo suplico, señorita; ábrame que ya siento que me escurren las primeras gotas.
    
    —No tardo mucho, se lo juro, solamente estoy reflexionando frente al espejo... Ja, ja, ja...
    
    —Ja, ja, ja... Eres cruel, me invitas a verte más de cerca pero dejas la puerta asegurada por dentro.
    
    —¿En serio?... Discúlpeme, Señor Pozos; creí que la había dejado abierta y que usted solamente estaba bromeando.
    
    —¡Ja, ja, ja!... No, nena; en verdad la dejaste cerrada.
    
    —En ese caso, no se desespere, en un momentito le abro.
    
    —Te agradecería que te dieras prisa porque es en ...
    ... serio eso de que tengo ganas de orinar, eh.
    
    —Ya voy, ya voy; no desespere... —Me encantaba hacer desatinar a este hombre, así que lo hice esperar todavía más.
    
    Envuelta en una toalla, finalmente abrí. El Señor Pozos entró apresuradamente y casi me atropella. Mientras era víctima del consabido bailecillo a que obliga la proximidad de la micción, luchaba contra el cierre de su pantalón, sus movimientos eran poco certeros y estaba tardando más de lo debido en abrir la bragueta.
    
    —¡Oh, no; no puede ser!... —maldijo mientras sentía que el chorrito traicionero estaba haciendo de las suyas comenzando a humedecer su pantalón.
    
    Yo no pude evitar reír divertida ante tal situación. Ello parecía complicar más las cosas para él.
    
    —Por favor, muchacha; no me mires, me pones nervioso...
    
    —Está bien, Señor Pozos; como usted ordene.
    
    Decidí respetar su intimidad y salí cerrando la puerta. Por supuesto que el espectáculo no me lo iba a perder, por lo que me apresuré en ubicarme en ese rincón privilegiado que ofrecía la escalera junto a la ventila. Ya ubicada en ese lugar pude ver que el Señor Pozos ya era dueño de la situación y orinaba tranquilamente. Después, como la noche anterior procedió a enjuagarse en el lavabo luego de la respectiva sacudida.
    
    —¡Dios, nunca me cansaré de este espectáculo!
    
    —Ahí estás de nuevo, chiquilla fisgona... No sé porque no me extraña... Tan seriecita que te miras y tan pervertida que me resultaste... ¿Quién en su sano juicio tiene una escalera ...
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