1. Mi hermana consigue lo que quiere


    Fecha: 18/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: lololo, Fuente: CuentoRelatos

    ... manosearme el pecho y la espalda. Me parecía mal lo que hacía, pero me estaba excitando bastante. Era como cuando le intenté mirar el coño cuando se afeitaba: no quería y la conciencia me decía que no, pero no lo podía evitar.
    
    – Ven, que te voy a presentar –dijo entonces.
    
    Sentí alivio porque pensé que así acababa esa situación tan públicamente erótica, a la vez que incómoda.
    
    Pero me equivocaba.
    
    Me cogió de la mano y me guio hasta su grupo. Eran cuatro chicas, todas guapas y pretas, de unos veintiocho o treinta años.
    
    – Esta es Susi, Carolina, Elena, y Sandra –dijo, mientras yo iba una a una dándome dos besos-. Y este es… ¿oye cómo te llamabas?
    
    – Marta pero qué dices… -inquirí extrañado.
    
    – ¡Jajaja que cómo te llamas! –repitió mi hermana.
    
    Estaba flipando, así que me acerqué para hablarle al oído.
    
    – ¿Marta qué coño haces? ¿No les has dicho que soy tu hermano? –le pregunté de cerca.
    
    – Jajaja nooo… Así es más divertido, ¿no? –contestó riendo.
    
    Me volvió a coger de las manos y desistió de seguir con las presentaciones a sus amigas, que observaban sonrientes como pensando “esta ya ha ligado”. Bailó mirándome a los ojos, y continuó con su sobeteo por mi cuerpo. Me puso las manos en el culo otra vez, y apretó. Yo, que ya daba por imposible el recriminárselo y que me hiciera caso, opté por hacer lo mismo. Le cogí fuertemente el culo, y se lo sobé bien, desde la pierna hasta la rabadilla, estrujándolo. A ver si así se quedaba pillada y dejaba de ...
    ... calentarme. Pero ante mi sorpresa, no hizo nada; parecía disfrutar.
    
    Recostó su cabeza contra mi pecho, bailando despacio. Me besó por encima de la ropa, subió hacia arriba… buscaba mi boca. Ella tenía los ojos cerrados, y se acercaba. Volví a hacer algo en contra de mi voluntad; bueno, realmente mi voluntad era besarla. Le correspondí con mis labios, que se juntaron con los suyos y juguetearon, húmedos ambos. Ella estaba ardiente y me besaba con pasión, cogiéndome la cara tiernamente con las manos. Yo atraía su cuerpo contra el mío, mordiéndole el labio inferior. Entonces ella abrió más la boca, ofreciéndome su lengua. Eso no quería hacerlo, creía que ya habíamos tenido bastante; pero nuevamente, sucumbí. La lengua de mi hermana se entrelazó con la mía y perdí la noción del tiempo. Ya no sabía si mis colegas aún estaban allí o se habían ido, ni me importaba.
    
    Fuimos a la barra a por dos cubalibres. Nos los bebimos mientras bailábamos; pero ya sin morrearnos.
    
    – Marta, estás pirada, yo no sé qué coño… -empecé a decir.
    
    – ¡Calla atontao! –me exhortó con su habitual autoritarismo. Bebió lo que quedaba de su ron-cola.
    
    Se puso a bailar otra vez, pero se tropezó y tuve que agarrarla por las axilas para que no diera con sus huesos en el piso.
    
    – Venga Marta, se acabó, te llevo a casa. Vas borracha –esta vez fui yo el del tono imperativo.
    
    – Halaaa noooo… no me quiero ir aún… -suplicaba, pero no opuso resistencia.
    
    Se despidió de sus amigas, que parecían recelosas de que se ...
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