El ascensor
Fecha: 28/03/2018,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... contestó – Esto no puede estar pasando – Pensó- Pero si realmente está tan incómodo tampoco voy a joderle al pobre así
- Venga, vale. Todo sea por nuestra recién renovada relación vecinal. - Dijo finalmente- Susana se levantó, porque si se daba la vuelta sentada tal y como estaba acabaría rozando todo el regazo de su vecino. Pablo abrió las piernas en uve y ella se sentó entre ellas todo lo alejada de su espalda que pudo. Lo cierto es que creía que habría más distancia entre los dos, pero calculó que su espalda debía estar a menos de 10 centímetros de su vecino y tenía que apoyarse en los brazos para no caer hacía atrás. Ahora notaba su calor corporal que irradiaba como una estufa y podía oler su excitante sudor con mucha intensidad. La respuesta de su cuerpo fue inmediata y sus pezones se empitonaron en un momento. Se alegró de no estar a la vista de su vecino. La idea era excitarle más a él, no a ella! Vaya mierda de venganza le había quedado al final. Ella trató de disimular su renovada excitación reanudando su charla con fingida naturalidad. Hasta se rieron juntos de la situación y de lo raro que era estar hablando sin mirarse. Pero pronto algo fue cambiando. Susana notó que sus brazos se cansaban mucho en esa posición. En otras circunstancias eso nunca habría pasado, pero precisamente esa tarde se había machacado de lo lindo en el gimnasio el torso, los hombros y los bíceps y ahora estos protestaban en demanda de descanso y no resistían más esfuerzo aunque éste no ...
... fuera muy exigente. Poco a poco sus brazos fueron cediendo y echándose cada vez un poquito más atrás.
- Ahora que te veo bien de atrás, veo que tienes una espalda espectacular. ¿Has sido nadadora de competición?
- No, nunca competí en serio, pero sí que he nadado siempre mucho.
- Y eso?
- Bueno, cuando llegué a la adolescencia me desarrollé muy deprisa y con mucha contundencia. Mis pechos se desarrollaron tanto que me empezó a doler la espalda. Me recomendaron la natación para tonificarla y que soportara mejor “mi peso”.
- Sí, ya me he dado cuenta que llevas un “peso considerable”- ¿Eran imaginaciones suyas o de repente la voz de su vecino sonaba muy cerca de su oído? Le trastocaba como el cachorrito tímido de repente parecía otra vez un lobo feroz, y todavía más cuando unas manos fuertes se posaron sobre sus hombros.
- Pero estás muy tensa- Vaya, quién iba a decirlo, las manos de su vecino no sólo eran fuertes, sino también hábiles y le estaban dando un suave masaje que hizo que un leve gemido empezara a formarse en su garganta. Ella procuró contenerlo, pero no estaba segura de haberlo conseguido.
- Es por esta maldita posición tuya. Se me están cansando los brazos de sostenerme.
- Vaya, parece que mi solución ha creado un nuevo problema. Pero tiene fácil solución. Puedes recostarte un poco sobre mí.
- Y eso no mortificará tu sensibilidad? – Preguntó irónica.
- Bueno, tendré que sacrificarme yo también un poco- Respondió burlón- No vas a llevar ...