1. De cómo los temblores de tierra me unieron a mi hermana


    Fecha: 30/03/2018, Categorías: Gays Autor: cifrada regalo, Fuente: CuentoRelatos

    ... lámparas del techo balanceándose sólo un poco. Terminada la réplica me dijo que deseaba dormir nuevamente conmigo a lo cual accedí gustoso, porque eso me recordaba los tiempos en que éramos más apegados.
    
    Esa rutina de dormir juntos en mi habitación se convirtió en costumbre por las semanas después del terremoto. En alguno de esos días supimos que una réplica más o menos considerable había ocurrido mientras estábamos dormidos. Mi hermana en definitiva no deseaba alejarse de mí, y aunque ella hubiera vuelto a sus actividades normales y yo a mi infructuosa búsqueda de un empleo, ella seguía durmiendo en el huequito que le preparaba sobre el colchón. Al cabo de un mes le pregunté si ya se sentía lista para regresar a su habitación, a lo cual me contestó que de hecho ella planeaba comprar una cama de mayor tamaño para que pudiéramos permanecer juntos por las noches de manera indefinida. No encontré motivo alguno para contrariarla, y ese fin de semana vendimos la cama individual donde ella solía dormir e introdujimos la matrimonial que abarcaba excesivamente el espacio de la que de ahí en adelante se convertiría en la habitación de los dos.
    
    A cada semana que transcurría nos resultaba más difícil separarnos el uno del otro. Salíamos juntos a comer, a pasear y ella siempre se abrazaba a mí para que yo comenzara a hacerle piojito. Alguna vez una de sus amigas que encontramos en un restaurante nos preguntó si éramos novios y no supimos qué contestar. Quizá la amiga pensó que ...
    ... había dicho una indiscreción y no insistió en seguir hablando del tema. Cuando casi al final de ese día paseábamos por el parque le pregunté porque no le había dicho a su amiga que éramos hermanos, y no tuve más contestación que sentir de repente su mano fría, sudorosa y temblorosa sobre la mía. Quise convencerme de que todo ello era un error, pero no pude desprenderme de esa sensación de aceptación y dependencia que tras varios meses nos habíamos forjado.
    
    Pasó aún más el tiempo y no nos atrevíamos a dar un paso más en la escalada de emociones en que nos habíamos enfrascado, hasta que otro sismo ocurrió. Era ya tarde, como las cinco, y me encontraba afuera de unas oficinas adonde había acudido a una entrevista. Sonó, a diferencia del sismo anterior, la alerta temprana tras lo cual vi cómo eran desalojados en cuestión de segundos los establecimientos de aquella zona. Me ubiqué en el punto de reunión de algunas personas y al cabo de un minuto comenzamos a percibir un suave movimiento que se convirtió en un balanceo ligeramente agresivo. Vi que los automóviles que estaban estacionados sobre la calle eran sometidos a los esfuerzos de sus amortiguadores, y comenzó a sonar mi teléfono. Contesté y era mi madre que estaba con mi padre en su casa. Me preguntaba si estaba bien y le dije que sí, que todavía sentía el temblor. Sin saber ella nada me pidió que fuera a ver a mi hermana porque todos sabíamos que se espantaba mucho con los sismos. Para no hacer más comentarios le dije que sí ...
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