1. Venganza


    Fecha: 12/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cuando habían perdido su estatus social, la libertad, el dinero, el respeto y la confianza de su padre "por nuestra culpa". Ésa era una frase que a mi prima y a mí nos repetían constantemente esas zorras, que si no hubiésemos nacido ellas no se encontrarían en esa situación.
    
    Sandra y yo nos criamos con gritos, insultos, humillaciones, bofetadas y demás por parte de nuestras progenitoras. Y Sandra aún lo pasó peor que yo, ya que yo al menos tenía algo de protección por parte del abuelo cuando se enteraba de lo que pasaba, pero ella ni eso. Además de tener esa mentalidad retrógada era muy machista y aprobaba el que la trataran a palos. Cuando le comentaba que le pegaban a Sandra, el abuelo respondía "Es una mujer, algo haría para merecérselo". Entre ella y yo nació una gran complicidad debido al mal trato que recibíamos, ya que nos apoyábamos y defendíamos mutuamente. Así fue como nos enamoramos el uno del otro. Crecimos soñando que nos fugábamos, que las echábamos de casa, que las eliminábamos y las enterrábamos en el jardín... teníamos fantasías de todo tipo en las que conseguíamos vengarnos y ser libres, viviendo luego juntos como una pareja normal. Y así fue nuestra vida hasta que cumplimos los trece años.
    
    Cuando cumplí los trece años hacía algún tiempo que no me aplicaban castigos corporales, yo estaba ya muy desarrollado físicamente y seguro que las muy putas tenían miedo a que se los devolvieran. Claro está que lo que sí que continuaba era la "guerra psicológica", ...
    ... pero lo que no me esperaba es que hasta eso iba a cambiar, gracias a un golpe de suerte.
    
    Ese mismo verano fue cuando ocurrió todo. Hacía un calor insoportable que no me permitía dormir por la noche, por lo que permanecía despierto tumbado sobre la cama, con la luz apagada y con la ventana abierta tan solo unos milímetros para que entrara algo de aire del exterior. No era capaz de dormir y con casi todo en silencio el más mínimo ruido era bien perceptible. Se sentía las ramas de los árboles mecerse con la escasa brisa, el canto de los grillos... ¿y unas pisadas en el jardín?. En un primer momento creí que eran imaginaciones mías, pero tras agudizar bien el oído (y ver que no me lo estaba imaginando) y pensar en lo fácil que sería robar por la noche en una casa perdida en medio del monte, totalmente asilada, como la nuestra (¿quién nos iba a oír pedir auxilio?) salí corriendo a por el teléfono inhalámbrico a oscuras. Cuando lo cogí reparé en que la cámara de vídeo estaba al lado, y se me ocurrió una idea mejor. Pensé que si eran ladrones lo mejor era tener algo con lo que acusarlos, por lo que volví a mi habitación con ambos aparatos y preparé la videocámara, conectándola a la red eléctrica (ya que estaba sin batería), insertando una cinta y tapando el piloto rojo del frontal con un trozo de cinta aislante para que no me delatase mientras grababa.
    
    Alguien estaba en el jardín como yo pensaba, pero no eran ladronzuelos como yo había supuesto, sino algo mucho mejor.
    
    Tras ...
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