1. Una esclava inesperada - Reencuentro fugaz I


    Fecha: 12/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    Curiosamente me duele un poco compartir lo siguiente... La primera parte...
    
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    6 p.m. y hacía una tarde templada a inicios del verano en el Distrito Federal. Iba caminando por la ciudad. Era de esos momentos de reflexión a solas que cada persona disfruta raramente. Acababa de terminar con mi novia (A.C.). Estaba devastado.
    
    Había encontrado, sin quererlo, a una mujer excepcional. No era muy bonita, pero gozaba de algo que muchas mujeres que he poseído, no tenían: era sumisa y, lo mejor de todo, era masoquista. Llevábamos casi un año y tenía tiempo que no disfrutaba del sexo como con ella. Pero habíamos tenido una pelea y nos mandamos a la chingada dos días antes.
    
    Estaba triste y decidí caminar sin rumbo fijo para ordenar los pensamientos. Para los 21 años que tenía, sin mayores obligaciones que obtener buenas calificaciones en la universidad, deambulaba en la Roma, cerca del metro Chilpancingo. Y de pronto me pareció verla.
    
    Mi corazón dio un vuelco. ¿Sería en verdad ella? Me acerqué lentamente de la manera más casual que me fue posible y, si… definitivamente era ella.
    
    Me quedé de piedra. Haciendo acopio de todo el valor que me fue posible, me agarré los huevos y la abordé con un simple “hola, ¿cómo estás?” Ella se sorprendió tanto como yo. Iba sola. Converse negros, pantalón de mezclilla ajustado, resaltando sus torneadas piernas, prominentes caderas y hermoso culo. Una playera negra de “los strokes” que ocultaba un poco su imponente busto y tan ...
    ... casual como siempre. Por un breve instante me pareció verla palidecer, pero al momento sonrió como siempre lo hizo durante esos gloriosos ocho meses que pasamos juntos… hacía toda una eternidad.
    
    Había engordado bastante, pero eso no quitaba que fuera hermosa. “¿Por qué no vamos a tomar un café o te invito a cenar?” le dije después de un silencio incómodo. Ella estaba tan impactada como yo, pero después de unos momentos de sopesar sus opciones, asintió sin decir una palabra. Tomamos un taxi casi de inmediato y nos dirigimos a un restaurante muy famoso ubicado en la avenida Revolución.
    
    “Los chinos” siempre están abiertos y me pareció una buena opción. El transcurso lo recorrimos en un silencio implícito. La miraba y ella me sostenía la mirada. Ver aquellos ojos después de tanto tiempo, enternecieron mi alma y corazón hasta el punto de las lágrimas.
    
    Tenía tanta confianza con ella que no me importo llorar; sin embargo, no dejaba de sonreír. Justo antes de bajar del taxi le solté “te he extrañado mucho” y ella solo me sonrió.
    
    Cuando estábamos sentados en la mesa, tomé su mano y la besé. No sabía qué decir, no sabía qué hacer. Ella estaba ahí, conmigo. Nuevamente. Inicié la conversación con un “¿Cómo te ha ido?” y al instante me sentí estúpido.
    
    El escuchar de nuevo su voz y sentir su piel, fue un bálsamo para mi corazón. Después de unos angustiosos instantes de silencio al esperar su respuesta, se levantó, se sentó a mi lado y me beso como sólo ella sabía besarme. ...
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