1. El recepcionista del turno de noche del hostal


    Fecha: 13/04/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... envainarla.
    
    Follábamos divertido. Nos manteníamos la mirada, jugábamos con las manos, con los cuerpos, la piel... No había prisa por llegar al orgasmo sino que, por el contrario, la excitación nacía, simplemente, del placer de follar divertido. Divertido y sin prisa.
    
    Probamos el suelo, contra la cafetera, metió la cabeza en un congelador...
    
    - Ahora elijo yo...
    
    Echó a andar por delante mía y, de nuevo, tuvo el gesto de alargar el brazo hacia atrás esperando que le cogiera la mano. Cuando lo hice, la detuve, la giré y, apretándola contra mí, la besé con toda la ilusión con la que se puede besar en un momento como ese.
    
    He decidido ser feliz.
    
    - Has sido todo un acierto -me dijo ella al terminar de besarnos.
    
    Reemprendimos la marcha y, al volver al hall, se detuvo a la altura del mostrador de recepción.
    
    - Tu silla tenemos que probarla; Aunque sea un poquito. Siéntate...
    
    Y luego se sentó ella de nuevo encima mía. Primero pecho contra pecho y, luego, dándome la espalda: de frente al hall.
    
    - Lamento no poder ayudarle -empezó a decir como si hablara con alguien que estuviera al otro lado del mostrador-, pero yo soy una clienta, no trabajo aquí. Lo de follarse a la plantilla, por otro lado, es uno de los servicios del hostal, por si eso le anima a hospedarse aquí. Pero este ya está ocupado...
    
    Después de batir el culo varias veces oprimiéndose sobre mí, volvió a descabalgarme y a cogerme de la mano para que le siguiera. ¿Dónde quería que fuéramos ...
    ... ahora?
    
    Volvimos a pasar por la terraza y aprovechamos para recoger nuestras cosas. Entonces imaginé a dónde íbamos y la excitación me se disparó más aún: íbamos a su habitación. Y, allí, no íbamos a estar solos. Os recuerdo que Leticia había venido de vacaciones con una amiga...
    
    - Conozco el nivel del umbral de sueño de Macarena -me dijo cuando leyó en mi cara que me había dado cuenta de la sorpresa-. Va a estar frita cuando entremos y sabremos si se va a despertar. Algo que a mí, personalmente, tampoco me importa mucho...
    
    La sonrisa con que terminó de decirme aquellas palabras, justo cuando iba a posar la tarjeta sobre la cerradura electrónica dela puerta, me contó que no era la primera vez que hacía esto. Pero lo que no sabía que también me estaba contando fue lo que me encontré al cruzar la puerta.
    
    - ¿No me digas que no pone?
    
    ¡Macarena se masturba dormida!
    
    - Desde que se duerme hasta que se despierta... -terminó de decirme.
    
    Desnuda y con las piernas levemente flexionadas, Macarena duerme recostada sobre su izquierda. Con la mano izquierda caída sobre el colchón y, la derecha, sacándole brillo a la perla clitoriana. La tenue pero suficiente luz que entraba desde la cristalera, que daba a la terraza de la habitación, la iluminaba de frente. Solo nuestras sombras cuando, sobre la cama de Leticia, empezamos a jugar de nuevo, la oscurecían. Y según la postura, claro, porque unas tapaban menos que otras. De hecho, ese fue uno de nuestros juegos sobre la cama: buscar ...
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