El recepcionista del turno de noche del hostal
Fecha: 13/04/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Así que, una vez que me pareció oportuno, salí de un agujero para meterme en el otro. Y, conforme el glande superó la presión inicial del ano y sintió las paredes rectales, la hija de puta empezó a hacer ejercicios musculares de succión y, no solo fue ella la que se autopenetró sino que, además, lo hizo provocándome tal placer con la presión que no pude evitar correrme.
Le agarré los cachetes hundiendo mis dedos en ellos hasta casi arañar con las uñas y gemí apretando los labios. ¡Madre del amor hermoso! ¿Pero qué había sido aquello?
Continuó moviendo los músculos del recto, pero con bastante más suavidad. Aún así, la presión que ejercían sobre mi miembro seguía siendo fabulosa. No se me venía abajo después de la corrida. Así que empecé a darle, que antes no me había dado tiempo, pequeños pollazos rítmicos y suaves. Aquel culo estaba perfectamente lubricado.
- ¿Quién quieres que se corra ahora? ¿Tú? ¿tu chico? ¿los dos?
También me lo contó Leticia luego, que le había dicho eso. Yo todo lo que supe fue que, de repente, la muchacha dejó de mirarme y que, tras decir algo, Leticia la cogió de la mandíbula con la punta de los dedos en forma de garras y que con la otra mano, le cogió un pecho en la misma postura.
- Tú, seguro. Tu chico, puede que también... -me dijo que le respondió.
Y ahí tienes a Leticia que empieza a acariciar con la yema de los dedos la teta de la chica mientras que va acercando lentamente boca contra boca. El primer contacto es un par de ...
... pasadas efímeras de unos labios sobre otros y, luego, conforme los dedos de una mano comienzan a pellizcarle el pezón, sin soltarla de la mandíbula empieza a darle seductores lengüetazos acompasados. Breves ambos gestos, pero cargados de lascivia.
Y a la muchacha le gustó...
Leticia llevó entonces las dos manos a la base del cráneo de la chica y volvió a cogerla con los dedos en garra desde debajo de las orejas. Empezó a comerle la boca con pasión y, por lo que me contó, sin dejar de mirarla a los ojos y la muchacha se volvió loca.
Se corrió, ¡Vaya si se corrió! ¡Nos corrimos los cuatro!
Volvió a ser otro de esos momentos de química pura. Las bocas de las chicas estaban a merced de nuestros pollazos. Así que, el otro muchacho y yo teníamos que sincronizarnos para que las chicas no se rompieran los dientes. Lo logramos y, ¡Qué queréis que os diga! Esos dos cuerpos desnudos de mujer bamboleándose a compás y con el movimiento tan hermoso que ofrecían sus generosas, pero no exageradas, hechuras eran un auténtico disparate. ¡Qué ganas de dar azotes, de acelerar el ritmo, de dar clavadas!...
Gimió más fuerte la muchacha cuando, el novio, le dio un cachete después de ver como se lo daba yo a Leticia. Ella también gimió, de hecho.
Me faltó haber soltado alguna barbaridad, pero tampoco hizo falta. La escena nos fue acelerando a los cuatro, tratamos de sincronizar el remate y, salvo por algunos segundos de diferencia entre uno y otro, el orgasmo comunitario nos salió ...