El recepcionista del turno de noche del hostal
Fecha: 13/04/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sensaciones: una prolongada erección en un momento dado, incluso.
Erección como la que tenía en ese momento.
- ¿Cuánto hace que no echas un polvo? -preguntó a bocajarro y con total impunidad.
- Desde abril del año pasado -respondí con total naturalidad. Sabía que tenía esa conexión con Leticia.
- Yo sí que eché algún que otro polvo desafortunado durante mi periodo de recuperación. El tercero fue el bueno. Haces bien en no perder la cabeza. ¡Era tan difícil controlar las emociones!
- Es lo que peor llevo -contesté-. Me cuesta distinguir la fantasía de la realidad y, como encima estás tan encendido, no te das cuenta de lo que estás haciendo realmente. Hay cosas que no deberías hacer pero que te parecen normales.
- Como, ¿Por ejemplo?
- Hablar más de la cuenta -respondí sin titubear-. Exponer sentimientos demasiado exagerados como si lo normal fuera hacerlo. Y no es así, la gente no está preparada para una sinceridad tan pura.
- Como, ¿por ejemplo? -volvió a repetir con una gracia que me animó a soltar la lengua del modo que acababa de decir que no debía hacerlo.
- La sinceridad de decirte que me gusta tu mirada muchísimo, me decía que éramos muy parecidos, ¡Pero no esperaba que tanto! Y, ya puestos, la sinceridad de decirte que me mola tu rollo y que me atraes tanto como el miedo que me das.
- Pues ya lo has dicho. ¿Follaríamos? Sí, ¿No?
- Me asustas mucho... -sonreí-. No podemos ser tan iguales.
- ¿Eres piscis?
Aquello ya sí que no podía ...
... ser verdad. Asentí.
Sonreímos porque nos reconocimos por completo. Le pasó la lengua a la pega del papel, se echó el canuto a la boca y lo encendió. A continuación se levantó de la silla, se colocó abierta de piernas sobre mí y se fue dejando caer para sentarse y penetrarse. Se encajó bien, era alta, las piernas le seguían llegando al suelo, y, tras darle una calada más al porro sin moverse de la postura en la que estaba, me lo pasó.
- Seguramente te doy miedo por más cosas -me dijo-. Tienes que conocerme. No busques comparar el tacto de mi piel con el de nadie, pero conóceme.
Me costó varios segundos dominar la presión que solo me dejaba concentrarme en el placer que sentía en la polla al tenerla envuelta de nuevo por un coño. Al final tuve que cogerle los cachetes del culo desde las caderas, apretarlos y clavarme contra ella para liberar toda la tensión que se me acababa de acumular.
Luego fui relajando la musculatura poco a poco y la miré a los ojos. Eran el complemento perfecto de aquella sonrisa. Había tanta complicidad en aquellos ojos. Podría ser mi reflejo, de momento lo era.
Tenía razón. Enfrentarse al primer encuentro sexual, a la primera nueva persona de tu nueva vida es un momento crucial, Porque, lo recurrente, es que quieras encontrar recuerdos, ¡O que quieras enterrarlos! Pero, si no te das cuenta, le estás dando prioridad a los recuerdos en realidad de estar haciendo lo que tienes que estar haciendo: Conocer un cuerpo nuevo.
Otra de las cosas ...