EL DISPARADOR LIBIDINOSO DE MI MADRE
Fecha: 24/04/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... quería le podía dar un beso de esos. Ella me dijo “que loco eres, mira lo que dices por pasarte de tragos”, y yo le respondí que ella se lo perdía. Mamá me sonrió con dulzura, dándome un beso en mi mejilla. Tal vez volvimos a bailar un par de canciones, y a eso de las 11:30 me dijo que ya era suficiente, pidiéndome que le acompañara al baño para luego salir. Estos quedaban un tanto aislados del salón de baile, y al llegar encontramos a una pareja besándose de lo lindo. Mi madre ingresó y yo hice lo propio. Al salir la pareja ya no estaba, y esperé a mi madre recargado contra la pared del pasillo. Me extrañó su demora. Le pregunté que si estaba bien, y ella dijo que sí, que ya salía. Cuando salió vi que se había compuesto la camisa y el maquillaje, y se había quitado el sudor de la cara. Vino y me abrazó y me agradeció por la noche, por ser su pareja, y mientras me decía esto me miró a los ojos y, sin esperarlo, me dio un suave beso en los labios. -¿Y eso? –le dije sonriente. -Eso es por portarte bien conmigo, y porque me volvió a dar envidia de esa pareja que estaba aquí. Le agradecí el beso, por su compañía, y volví a abrazarle mientras le susurraba al oído que esa pareja también me había prendido, y en un acto que me surgió de las entrañas, agarré la cara de mi madre con las manos y le di un beso que para mi sorpresa ella aceptó, como si lo esperara, y conforme con su aceptación, seguí besándola suavemente, mientras las manos de mi madre recorrían mi espalda de arriba ...
... abajo, hasta que mi beso se hizo más profundo, apasionado, lujurioso, y poco a poco fui metiéndole la lengua hasta que nos hizo falta el aire. Mi madre agitaba su cuerpo como si tiritara de frio, afectada su respiración, abrazados como para mantenernos en pie, a la espera de regular nuestra respiración. -¿Y ese beso, mi amor? –dijo luego mi madre. Le dije que simplemente me nació por todo el amor que siento por ella, y porque tanta pareja en esas no había pasado inadvertida, despertando el deseo. Ella también lo reconoció, y me dijo que le había gustado mucho, al tiempo que reía por su picardía, y que yo era un buen besador. Y como si hubiéramos estado atraídos por imanes, nuestros labios volvieron a juntarse, dándole lengua que ella recibía complacida, y en un momento le dije que si le gustaba mi beso y ella asintió, y le pedí que me diera su lengua, y ella accedió de a poco, con algo de torpeza, hasta que ambos estuvimos al mismo ritmo. Para ese momento ya me encontraba de vuelta con el empalme, y no dejábamos de masajearnos las espaldas hasta que una mujer ingresó y nos obligó a separarnos, pero sin dejar de abrazarnos. Luego ella me dijo que nos fuéramos de ahí, que estábamos exponiéndonos mucho, que nos retiráramos a un lugar más íntimo, donde solo estuviéramos los dos. Le sugerí un hotel, pero ella se negó, alegando que sabía de un mejor lugar. Así que salimos y ya en el taxi mantuvimos las apariencias, callados, pero sin dejar de separar nuestras manos. Cuando volvimos a ...