1. EL DISPARADOR LIBIDINOSO DE MI MADRE


    Fecha: 24/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... dejarnos embriagar por la música dominicana. Nos movíamos con rapidez, siempre habíamos sido buenos bailadores, y no dejábamos de reír ni un momento, divertidos con el baile. -Y cómo así que soy tu pareja –dijo mi madre en un momento, acercándose a mi oído. -Desde luego, señora –dije jocosamente-. El hecho de que no esté con su esposo, no deja de ser impedimento para que yo tome su lugar. Seguimos bailando alrededor de media hora, y no sé si fue por cuestiones de trago o por el aire seductor de los bailadores, pero cada vez que nos juntábamos y sentía su piel tibia y sudorosa, con su mejilla en mi mentón, su busto generoso contra mi pecho, sumado al perfume delicioso que me embriagaba, poco a poco me fue despertando la libido y no pude evitar empalmarme, sobre todo cuando mi madre me daba la espalda, y divertida movía su trasero contra mi pelvis. Viéndola así, pensé que ella aún era joven como para que no tuviera una vida sexual activa. Muchas veces pensaba que la única conexión del sexo con los abuelitos eran los recuerdos de juventud, y en el caso de mis padres, que su nieta mayor contaba 17, pensé en alguna oportunidad que ellos ya hacía tiempo que habían dejado de intimar, tal como acontecía, pero debido a los problemas de salud de él. Pero verla a ella vigorosa en el baile, mirándola erecta en su silla, radiante, con la vitalidad aun de su mejor época, me daba a entender qué equivocado había estado para suponer que los adultos mayores no intimaban por falta de apetito, ...
    ... pues este no deja de abandonarles a menos que la salud se atraviese de forma radical. Al terminar de bailar mi madre señaló una mesa cuyo asiento, de bastante relleno y en forma de u, mucho más cómodo que las sillas. Desde allí tomamos aire, bebimos otra cerveza, y nos quedamos agarrados de la mano, como solíamos hacerlo a veces. De pronto mi madre me codeó, perdiendo de vista a la rubia que robaba mi atención, y acercándose a mi oído me dijo que mirara a nuestra derecha, donde una pareja se devoraba a besos. -Mira a estos como la están pasando de bueno y comiendo delante del hambriento- dijo. Yo sonreí, diciéndole que los dejara tranquilos, que no fuera envidiosa, que ya había tenido mucho tiempo en esas como para lamentarse. -Es cierto –dijo mi madre-, pero no de la forma como él la besa a ella, porque se ve que la está pasando de infarto. Mira, si hasta se ve como le mete la lengua, ¡qué cosa! Le dije que si eso la sorprendía, y ella me dijo que papá nunca hubiera tolerado que ella lo besara de esa forma, como lo estaban haciendo nuestros vecinos. -En verdad, mamá, ¿nunca has dado un beso con lengua? -Nunca mi amor, no te digo que tu padre nunca lo hubiera permitido por temas, según él, de asepsia… ¿y es que será más rico así? Le dije que sí, que los niveles de excitación y erotismo eran más fuertes. Ella suspiro largo, como lamentando con eso no haberlo podido experimentar nunca. Entonces, sin mayor intención, me acerqué y le estampé un beso en la mejilla, y le dije que si ...
«12...456...9»