Mi tía Sandra
Fecha: 06/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: delnorte1, Fuente: RelatosEróticos
... lleva a su habitación, cálida por el sol que entra suave por la ventana. La cama está sin hacer, solo tiene sobre el colchón una sábana blanca; aunque vive sola es una cama matrimonial, grande, donde debe llevar a sus novios… Y a sus novias… Me quita la camiseta casi de un tirón y luego de un golpe me baja el pantalón corto y el slip, todo a la vez. La picha surge de golpe, erecta, como un resorte con la reacción de un estímulo, pero no es muy grande, solo tiene trece años. Mi tía se desnuda, quedando ante mí toda su musculatura morena; de los pies a la cabeza, pasando por los labios del coño, es toda músculo. Me tumba en la cama de un empujón : -Te voy a dar un masaje.-
Me empieza a frotar suavemente con un poco de un gel aromático, que tiene una fragancia muy agradable, está sentada encima de mí, acaballada sobre mi vientre y mi polla bien dura pegando contra la línea que separa sus glúteos durísimos. Me frota bien el pechito, me apreta los pezones, me acaricia el vientre, el comienzo del pubis… Luego baja pasando de golpe a los muslos y las ingles, un rato, finalmente se concentra en mis cojones, para luego agarrarme bien la picha. Me la menea fuerte, piel arriba y abajo, descapullándome con violencia, tensando el frenillo…
Vas a probar un 69, Pitufo, a ver si te gusta… Se tumba invertida encima de mí, que aguanto sorprendido y expectante, parece que hoy voy a aprender muchas cosas, aunque eso de 69 suena raro, ¿verdad?. Sus muslazos aprisionan mis sienes, pone su ...
... coño en mi boca, su paquete de abdominales tan trabajados posa en mi pecho. Instintivamente comienzo a lamer su coño depilado, sin saber ni lo que hago. Me gusta su sabor acre y agradable, su olor excitante y perfumado. Lamo sus labios vaginales, grandes, abultados, contundentes y chupo como puedo ese bulto, ese apéndice que me causa tanta curiosidad, juego con él con mi lengua…
Mi tía se entretiene trabajándome la picha, agarrando el vástago con su manaza de coger mancuernas de gimnasio, meneándomela y pelándomela pausadamente, sin prisas, con calma, para acelerar luego el ritmo y volver a disminuirlo, para atenta y expectante estudiar mi reacción; la gata jugando con el ratoncito, se divierte…
Soporto encima de mí con estoicismo ochenta kilos de tigresa; ella es delgada pero al ser tan alta y musculosa, pesa mucho, a ratos me falta el aire, y la razón. Creo ahora llegar al infarto (no salgo de hoy, ya estoy convencido); me la ha empezado a chupar: con violentas chupetadas se la traga entera de cada vez, mi pollita treceañera no es nada para ella. Me mata de gusto cada vez que su boca alcanza mis testículos; siento una descarga eléctrica que me sube vientre, pecho y garganta arriba. Ahora con lengua experta me trabaja el glande, para luego insistir en el frenillo. Si no me he corrido aún es porque anoche me he pajeado y esta mañana cuando me he despertado, otra vez. Pero ya no puedo más; describiré los instantes finales:
Se me nubla la vista. Se detiene el tiempo. Se ...