Mi hermana Julia - 3 -
Fecha: 21/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... me la estás viendo… es, me refiero; la mía… esta… ¿es una polla normal?. en cuánto a tamaño y eso… ya sabes. Esas palabras fueron excusa suficiente para que Julia se acercase aún más. Julia ya estaba a un metro escaso de mi palpitante polla y no quitaba sus ojos de ella. - ¿Normal?… sí. bueno. tienes solo catorce años; yo diría que es algo más que normal. para tu edad; sí, Luisito, tu polla: ¡¡¡ESTA MUY BIEN!!! Luisito; ¡¡¡TIENES UNA POLLA FANTASTICA!!! -respondió- en un tono altamente emocionado y un poco quebrado por la alta excitación que la poseía. Me senté en la taza del water y cogí sus bragas, me las puse sobre la cara, cerca de la nariz, me agarré la verga con la mano derecha y empecé a meneármela a un ritmo pausado; quería y tenía que disfrutar al máximo de ese momento. Me deleitaba con los recorridos de subida y bajada de mi mano en torno al falo, que llevaban el prepucio a cubrir casi por completo el glande, para luego dejarlo descubierto, terso y brillante, con la aparición de las primeras gotitas que preceden a la eyaculación. Realizaba todo este ritual de forma pausada, dando lugar a que Julia no perdiera de vista uno solo de mis movimientos. Mientras mi mano subía y bajaba por mi polla, todos mis sentidos se concentraban en observar, atentísimo, todas las reacciones y el comportamiento de mi hermana. Julia ni tan siquiera pestañeaba. Tenía todos sus sentidos atrapados en ese vaivén de mi mano alrededor de mi verga. Estaba totalmente abstraída en la ...
... contemplación de lo que allí se realizaba ante sus propias narices. Yo podía verla entre los encajes de sus bragas, y me di cuenta que, a la vez que yo incrementaba el ritmo de mi masturbación, sus manos enseguida se deslizaron en busca de su coño. Su mano derecha comenzó por tocarse la falda sobre él, muy levemente, y, poco a poco. Al mismo ritmo que yo aumentaba la velocidad con que meneaba mi polla, ella apretaba cada vez más la mano sobre su falda, a la altura en que estaría situado su coñito. Esa visión fue demasiado fuerte para mí. Intenté dejar de movérmela a fin de retrasar un poco mi eyaculación, pero la cuenta atrás ya había llegado a cero y, como si del despegue de un misil se tratara, de mi polla empezó a brotar leche a borbotones y noté cómo parte de ella caía sobre mis piernas. Casi por instinto, dirigí las siguientes ráfagas de semen hacia dónde estaba Julia, que había dejado de realizar aquellos movimientos con su mano, para concentrarse únicamente en la extraordinaria visión de mi corrida. Forcé mi polla hacia abajo para hacer que mi capullo apuntase en su dirección, sin riesgo de alcanzarla directamente: era el mejor regalo que podía ofrecer a Julia por haber accedido a mis deseos. Noté de nuevo cómo otra embestida de placer me sacudía, a la vez que mis huevos continuaban vaciándose de semen. Otro chorro salió catapultado de mi capullo con tal fuerza, que cayó a muy pocos centímetros de los pies de Julia; -pese a todas mis precauciones, ¡estuve a punto de salpicarla!- ...