La historia de muriel
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... celebración, me tomaré la tarde libre para que nos pongamos al día, ¿puedes? -le pregunta-.
-¡Aun voy libre por la vida esperando cada treinta días mi cheque! Siempre tendré tiempo para mi querida amiga Muriel –le dice-. ¡Toma tus cosas y vamos a almorzar, te invito! -
Muriel Alzola, gran abogada chilena, a quien conoció cuando recién había llegado a vivir a Madrid, había jurado ante la Corte Suprema a los 24 años y su carrera había sido meteórica, logrando todos los títulos habidos y por haber. Era una mujer brillante, muy inteligente y sumamente irónica, llegando a veces a ser mordaz.
MEJOR QUE ANDRES NOS CUENTE LA HISTORIA
La había conocido una noche a mediados de Julio mientras tomaba unas cañas tratando de aminorar el sofocante calor que hacía esa noche en un bar en Chamberí. Como buen recién llegado no conocía a nadie, a excepción de mis compañeros de trabajo, que no eran muy entretenidos que digamos, así que solía salir a conocer y recorrer solo por las noches la ciudad de Madrid. Con 40 grados, o más, en el día era muy difícil de hacer.
Estábamos en pleno período vacacional, así que la vida nocturna era efervescente. Los bares, tascas, terrazas y restaurantes estaban siempre a tope, era difícil encontrar un sitio donde comer y tomar algo.
Paseaba mi mirada buscando un sitio cuando en eso se desocupa una mesa en un pequeño bar y me siento de inmediato. A mi lado, casi encima, se encontraban cuatro chicas bebiendo cubatas.
Después de un buen ...
... rato esperando a que la camarera me atendiera, pedí una jarra de cerveza y una ración de calamares. Sin querer, empiezo a escuchar su conversación, -al fin y al cabo estábamos casi todos juntos apiñados en el bar-, de inmediato detecté por su inconfundible acento que una de ellas era chilena. Desgraciadamente quedaba justo a mis espaldas, por tanto no la podía ver bien; las escuchaba como reían, otras gritaban cuando una contaba algo y así.
Pasé un buen rato tratando de ver a la chilena que rozaba mi espalda, -las otras chicas que la acompañaban estaban bastante buenas-, así que desplegué mi plumaje de pavo real, aclaré mi voz con un buen sorbo de cerveza y saqué a relucir mis dotes de matador. Me levante de la silla y me paré enfrente de ella; era de cabello claro tirando a colorina, pelo hasta los hombros, bastante atractiva, de unos veinte y tantos casi llegando a los 30.
-Disculpen chicas que interrumpa vuestra conversación, -digo alzando la voz-, pero quisiera hacerle una pregunta a ella -señalando a la chilena-.
Se produjo un silencio total en la mesa, algunas risitas por aquí, risitas por allá entre las restantes chicas, la chilena me mira sorprendida y me dice - ¿qué quieres saber?, te escucho -me dice en tono burlesco y desafiante-.
-He notado por tu acento que eres chilena, entonces me preguntaba qué puede hacer una chilena por un compatriota que se encuentra en apuros en esta ciudad, solo, triste y abandonado,-le pregunto sonriendo-.
Me mira por unos ...