-
La historia de muriel
Fecha: 15/10/2021, Categorías: Bisexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... duchamos, preparamos unas ensaladas, algo de jamón y queso, unas copas de vino y nos pusimos a conversar sobre la vida encima de su cama. Notaba que cada cierto rato Muriel se estiraba y se tocaba las cervicales, la miro y le pregunto; -¿Quieres que te haga un masaje?, se hacerlos bastante bien, al menos no he tenido ninguna queja hasta el momento – le digo riendo Muriel aún estaba con una toalla alrededor de su cuerpo y otra en el pelo, con las cuales había salido del baño, hacía mucho calor como para volverse a vestir, yo solo andaba con un ridículo short con imágenes de Snoopy que me había pasado Muriel que debió haber pertenecido a alguna amiga friki de talla grande que lo dejó olvidado. -¿En serio sabes hacer masajes?- me pregunta -Obvio que si – le digo – no de forma profesional, pero sé qué hacer para relajar tu cuello y tu espalda- Se quita la toalla del cuerpo quedando totalmente desnuda y se tiende boca abajo en la cama con los brazos en cruz – ¡Listo maestro, puede empezar a trabajar! - -Para empezar necesito un aceite o una crema, ¿tienes alguna para el cuerpo, esas pueden servir? -En una de las repisas que hay en el walk in closet encontraras algunas, ve la que te sirva. Entro a la pequeña habitación y empiezo a buscar. Para mi sorpresa lo primero que vi fue una gran colección de vibradores y dildos de todos los tamaños y colores, además de una serie de lubricantes con sabores frutales; menuda cantidad de juguetitos tiene mi amiga, ...
... -pensé, sonriendo-, hasta encontrar una crema adecuada. Muriel seguía relajada tendida boca abajo en la cama con sus piernas entre abiertas, su culo en todo su esplendor y parte de su vagina ante mis ojos y no pude evitar empezar a tener una erección. Empecé a masajear su espalda esparciendo la crema en forma uniforme sobre ella y comencé a pasar mis manos en forma lenta y continua presionando con mis pulgares su columna. Solo la escuchaba gemir diciendo – ¡Ah, que rico, sigue así, que delicia!- hasta que en un momento me subí y me senté sobre su trasero para poder tener mayor comodidad en los movimientos. Tenía mi pene totalmente duro y erecto, cada vez que podía le hacía sentir mi estado rozando mi sexo contra su trasero el que se encontraba tan solo separado por Snoopy. En una de esas breves, casuales e imperceptibles embestidas que le hacía, ella se levanta y se gira tirándome hacia un lado, se sienta, me mira y con una sonrisa un tanto sería me dice: -Andrés, lo siento, no me gustan los hombres, no puedo ni quiero tener sexo contigo. Sé que soy culpable por haber llegado a esta situación, -de verdad lo siento- se queda en silencio unos momentos pensando y luego me dice -que te parece que nos hagamos una paja cada uno por su lado, liberamos las tensiones acumuladas y nos ponemos a dormir como dos buenos amigos- Abre sus piernas y sus manos bajan hasta su depilada vagina, abre sus labios y empieza a jugar con su clítoris masajeándolo suave y circularmente ...