Todos se cogen a mi mujer
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... computadora, casi desnudo. Mi bóxer había caído hasta los talones. Mi culo peludo apoyado sobre el asiento de madera. Mi mano masajeaba la verga. Me costó contener el orgasmo, pero quería aguantar hasta el final. Casi lo logro. Pero cuando leí cómo Walter eyaculaba, yo mismo empecé a hacerlo. Mi mano se quedó manchada de semen, igual que la mano de Valeria con el semen de Walter.
Quizá debería sentir rencor hacia el conductor de Uber. Pero no me cayó mal en absoluto. Además, tenía razón en algo que dijo, y como consecuencia, Valeria estaba errada. Si yo no me molestaba cada vez que un tipo miraba sus piernas largas, o su hermosa cola con forma de manzanita, era porque eso sucedía casi todos los días. Hubiese sido absurdo molestarme cada vez que pasaba. Además, a la propia Valeria no le molestaba.
Fui al baño a limpiarme. Intenté recordar aquella noche en que yo estaba viendo una película, mientras mi mujer se la chupaba a un desconocido a sólo unos metros de distancia. Pero el relato fue subido hace seis meses y me resultaba muy difícil identificar esa noche en particular. Además, era muy común que Valeria saliera con sus diferentes grupos de amigas, una o dos veces a la semana. Me di por vencido. Sólo debía conformarme con saber que, en una de esas noches de hace aproximadamente medio año, Valeria estaba recibiendo en su mano la eyaculación de un tal Walter. Alguna de esas noches, una vecina estuvo cerca de descubrir a mi esposa metiéndome los cuernos en la puerta de ...
... nuestra casa.
Volví a sentarme frente a la computadora. Revisé el celular. Había recibido un mensaje de Marcos. Decía que estaba preocupado, y me repetía que no lea aquellos relatos. Le aseguré que no lo haría. Luego llamé a Valeria, pero por supuesto, su celular estaba apagado. Intenté contactara por Facebook, pero me había bloqueado. El mismo resultado obtuve con Instagram.
De todas formas, el leer los relatos era como hablar con ella. Así que la necesidad apremiante que tenía de que dé la cara, resultaba cada vez menos razonable. Si bien no terminaba de entender, ni nunca entendería, el por qué me había abandonado así, y mucho menos, el por qué había llevado sus infidelidades a límites tan extremos, sí pude entender que yo tenía parte de culpa en el fracaso de nuestro matrimonio. Nunca reparé hasta qué punto algunas actitudes mías la irritaban. Y también fue un error garrafal no hacer caso a todas las señales que me enviaba cada vez que me era infiel. Siempre me generó ciertas sospechas sus salidas continuas, pero nunca le di la importancia que se merecía.
Tal vez, en el fondo, siempre fui un cornudo consciente.
Tenía mucho sueño, pero no quería ir a dormir. Me preparé un café fuerte. Tomé un sorbo largo. Abrí las pestañas de los siguientes relatos que pretendía leer. Era absurda la indecisión que surgió en ese momento, porque sabía que leería ambos e incluso algunos más. Quizá se debía a la ansiedad que se había apoderado de mí desde que empecé con el relato de ...