Todos se cogen a mi mujer
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... “L”. Ahí estaban los dos relatos. En uno me enteraría cuál de sus alumnos se había animado a tocar a mi mujer. Alguno de esos pendejitos que pretendían ingresar a la universidad, cuando vino a mi casa, se había tomado la libertad de poner sus manos en Valeria. Me llamó la atención el título del relato. Parecía insinuar que el chico no había hecho más que tocarla. A estas alturas, conociendo a mi esposa mucho mejor de lo que la conocía hace unas horas, me resultaba difícil creer que todo quedara así.
Por otra parte, estaba el relato “Sometida por el enemigo de mi esposo”. Este título era demasiado impactante. Ya sospechaba de quien se trataba. ¿Cómo podía haber caído en los brazos de aquel violento hombre? ¿Cómo podía entregarse a alguien que había sido tan maleducado y agresivo conmigo? Pero no debería sorprenderme. Ya nada debería sorprenderme.
Sin embargo, este último relato tenía cuatro partes. Era mejor dejarlo para el final, como si fuese el plato principal.
Cliqué la pestaña donde estaba “Mi alumno se animó a tocarme”. Me bajé el bóxer, convencido de que tendría otra erección.
7
Mi alumno se animó a tocarme
Como todos saben, soy profesora particular de Matemáticas. Por distintos motivos, nunca di clases en escuelas, salvo algunas cortas suplencias. La docencia no es algo que me apasione, sólo hice el profesorado de matemáticas, porque mis padres, cuando yo contaba con diecinueve años, se pusieron muy insistentes con el tema de que debía hacer algo ...
... productivo con mi vida. Elegí esta profesión porque no me iba mal en matemáticas, y era una carrera más corta que una universitaria. Sin embargo, nunca tuve grandes habilidades pedagógicas, ni tampoco sentía una gran atracción por los niños pequeños.
Desde que me casé con Andrés, a los veinticuatro años, él se ocupó de satisfacer todas mis necesidades. Si bien sólo es un empleado de nivel intermedio, siempre se las arregló para que no me faltara nada. El hecho de que sus padres nos regalaran una casa, también contribuyó a que pudiésemos llevar una austera, pero cómoda vida de jóvenes de clase media.
Sin embargo, mi marido es bastante tacaño a la hora de comprarme cosas. No entiende que las mujeres, a diferencia de los hombres, no nos arreglamos con cuatro o cinco mudas de ropa. No puedo llevar la misma ropa cada vez que me encuentro con las chicas. Y, sobre todo, me gusta mucho la lencería íntima. Andrés no sabe apreciarlo. Para él todas mis tangas son iguales, y no le atrae en lo más mínimo los disfraces, o las transparencias.
Tengo que reconocer que mi necesidad de tener ingresos propios surgió hace tres años, fecha que coincide con la primera vez que engañé a Andrés. ¡Cuántos recuerdos! Y pensar que aquella vez me sentí tan sucia, tan culpable. Si mi yo de ese entonces supiera todas las cosas que haría en el futuro, enloquecería.
Perdón, ya estoy imaginando las voces de algunos lectores quejándose porque me estoy yendo por las ramas. La cuestión es que hace algunos ...