1. Todos se cogen a mi mujer


    Fecha: 15/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... eran muy difíciles, repetía siempre que podía.
    
    Llegó la última clase particular con aquel muchachito tímido y encantador. Me pareció injusto privarlo de una experiencia sexual única, sólo por que él no se había animado a avanzar sobre su profesora. Pensé seriamente en ser más directa, en proponerle hacer algo ese mismo día. Pensé en simplemente desnudarme frente a él, a ver si era capaz de soltarse y dejar de reprimir sus instintos. Pero era tan inocente, que probablemente, por más que me deseara mucho, si se enfrentaba a una situación tan directa, no sabría cómo actuar.
    
    Preferí seguir con mis insinuaciones sutiles. Quedaría en sus manos hacer algo o no.
    
    Ese día me puse una pollera negra, larga, con lunares blancos, y una blusa blanca. Me recogí el pelo y me maquillé.
    
    - Estás muy distinta con el pelo recogido. – Me dijo Benito, cuando se acomodaba en el asiento.
    
    - ¿Peor o mejor que cuando tengo el pelo suelto?
    
    - De las dos maneras te queda muy bien. – Me dijo. Eso era lo más cercano a un piropo que iba a obtener de él.
    
    - Gracias, que caballero. – le dije, en un tono sensual. - ¿Estás nervioso por el examen?
    
    - Mucho. Es mañana. Por eso quería repasar los temas más difíciles con vos.
    
    - Los nervios te juegan en contra. Tenés que tratar de calmarte. Respirá hondo. Acordarte de no obsesionarte con los ejercicios que no te salen. Seguí con otros, y vas a ver que cuando vuelvas a esos que no podías resolver, te van a salir.
    
    - Sí, gracias.
    
    - Bueno, ...
    ... ¿Qué te parece si hacemos un ejercicio de cada tema?
    
    - Dale.
    
    Elegimos los seis ejercicios mas difíciles de la guía que le habían dado en la universidad. Puse música, cosa que no había hecho hasta ese día. Mientras hacía los ejercicios me paré, apoyándome sobre el lavabo. Miraba sus labios finos moverse, susurrando algo cada vez que hacía cuentas mentales. Benito me miraba y sonreía.
    
    En un momento me hizo una pregunta sobre un ejercicio. Yo me puse a su lado y me incliné para ver lo que había hecho. Mi cadera rozó su codo. Me quedé unos segundos sin interrumpir ese contacto físico. Benito me miraba. Yo sentía su respiración en mi cuello.
    
    - Está perfecto. – le dije.
    
    - Gracias. – le dije.
    
    Lo noté confundido. Me preguntaba si era por los ejercicios o por la innecesaria cercanía física de hace un momento.
    
    - ¿Podés venir de nuevo? – me preguntó, sonrosado. – No me acuerdo de eso de la condición de positividad y de negatividad.
    
    - No creo que lo tomen. Pero igual es fácil. – le dije.
    
    Me puse a explicarle. Esta vez me coloqué un poco más adelante. Me incliné. Su brazo quedó unos milímetros detrás de mi cola. Él movió apenas el codo, y yo sentí cómo ese hueso duro recorría mi glúteo y se volvía a alejar. Repitió el movimiento tres veces. Yo hacía de cuenta que no lo notaba. El contacto era muy sutil, apenas un roce.
    
    - ¿Entendés? – le dije, irguiéndome.
    
    - Sí, gracias.
    
    Lo notaba algo turbado. Seguramente se preguntaba si yo me había dado cuanta de que me ...
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