1. Todos se cogen a mi mujer


    Fecha: 15/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... con las compras. Y siempre se ponía en mi camino, y me susurraba cosas. Varias veces me sentí expuesta frente a algún vecino que también andaba caminando por ahí.
    
    Cambié de horarios para salir a comprar. Y en lugar de hacerlo todos los días, iba lo menos posible. Pero Mario siempre me encontraba. Se estaba obsesionando conmigo, me estaba acechando. Le gustaba decirme putita. Esa palabra era su favorita.
    
    Pensé en decírselo a Andrés. Después de todo, no había nada entre Mario y yo. No necesitaba ocultárselo. Pero mi marido es muy frágil. No solo físicamente, sino también mentalmente. No sabría cómo lidiar con un tipo que insulta y le dice cosas obscenas a su mujer. Probablemente buscaría una manera de no hacer nada. Es tan pusilánime el pobre.
    
    Me prometí hablar con Mario, aclararle que no tenía ningún interés en él, y rogarle que me deje en paz. Pero el domingo pasó algo: Teníamos que hacer algunas compras. Le pedí a Andrés que fuéramos en su auto, pero él se encaprichó con que quería caminar. Sólo eran unas cuadras, y no teníamos que llevar muchas cosas, no hacía falta el auto, dijo.
    
    Cuando volvíamos, Mario estaba paseando al perro. Nunca me había dicho nada mientras yo estaba con Andrés, pero como hace rato intentaba esquivarlo, pensé que quizá estaba ofendido, y que esta vez no tendría reparos en decirme alguna obscenidad frente a mi marido. Pero no fue eso lo que sucedió. El perro de Mario atacó a Andrés. Yo vi cómo ese maldito acosador soltó de la cadena para ...
    ... que el animal se tire encima de mi marido.
    
    Andrés se enfureció. Me gusto verlo, al fin, con carácter. Le dijo a Mario que por qué no andaba con más cuidado. El vecino se burló de él. Yo noté la expresión violenta en su mirada. Andrés le recriminó la herida que tenía en el brazo, y Mario le estampó una piña que incluso me duele a mí de sólo recordarla. Le rogué a Mario que lo deje en paz. Andrés me miraba desde el piso, con la patética mirada del hombre derrotado.
    
    Durante varios días, la cosa estuvo tensa en casa. A Andrés le duró varios días las secuelas físicas de la agresión. Se tomó unos días de licencia laboral. Tuve que soportar verlo con su hombría por el piso, merodeando por la casa como si fuese un fantasma. Traté de animarlo. Le hacía chistes tontos para sacarle una sonrisa, le hablaba mal del vecino, y dejaba en claro que cualquier hombre caería al piso al recibir una piña de un gorila como Mario. Y me ocupé de complacerlo en la cama, cosa de la que no me ocupaba con ese esmero desde hace años. Incluso cuando se mostraba desganado, yo le decía que se relaje, que solo se acueste, que él no debía hacer nada. Y entonces le hacía un rico pete.
    
    Esquivamos la casa de Mario. En ese par de días evitamos hacer compras, y cuando nos faltaba algo, íbamos al almacén que queda en dirección contraria al supermercado. Algunos vecinos habían presenciado la situación ocurrida el domingo, y se solidarizaron con Andrés, y le sugirieron que se olvide del asunto, y que evite ...
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