Todos se cogen a mi mujer
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... cruzarse con Mario, porque en el barrio se sabía que era un tipo peligroso, que andaba en negocios turbios.
Saber que todos temían a Mario levantó un poco el ánimo de mi esposo. Al fin y al cabo, él le hizo frente, cosa que pocos se animaban a hacer. Volvió al trabajo, para mi tranquilidad, no sin estar algo preocupado, porque temía que me pasase algo si me cruzaba con el orangután del vecino. Pero lo convencí de que nada pasaría. Al fin y al cabo, a pesar de lo violento de la situación, a mí no me había hecho nada, su encono era sólo con Andrés.
Todo lo que relaté en las líneas anteriores, no es más que una introducción. La verdadera historia comenzó, como adelanté en las primeras líneas, hace dos días.
Yo me había quedado sola en casa. Mientras hacía tareas domésticas empecé a preguntarme si lo de Mario quedaría ahí, o la cosa empeoraría. El tipo estaba obsesionado conmigo, y ese ataque a mi marido era una muestra de sus celos y envidia. Temí por mi pareja, como nunca. Si Mario descargaba su frustración por no tenerme, hacia él, las cosas podían terminar mal. Ahora que me enteraba de que el tipo no sólo era una bestia violenta, sino que andaba en negocios ilegales, entendía que era mucho más peligroso de lo que imaginaba. Hace mucho que no me sentía unida a Andrés, pero un sentimiento de protección se despertó en esos días, cosa que me hizo recordar a nuestros primeros años de matrimonio, cuando no me molestaba ser yo la que tuviera los pantalones en la ...
... casa.
Decidí que tenía que hacer algo al respecto, pero, como muchas otras veces en mi vida, me di cuenta de que me encontraba sola. Si alguno de mis amantes pasajeros fuera policía, o algo por el estilo, podría hacer que le den un escarmiento al gordo maldito. Pero los hombres que pasaban por mi cama eran oficinistas, adolescentes virginales, y hombres a los que no volvía a ver. Con mis amigas tampoco podía contar. Cuando les relaté cómo lastimaron a mi marido, se compadecieron de nosotros, y sugirieron que hagamos la denuncia. ¿Qué podían hacer aparte de eso?
Tomé una decisión radical. Lo pensé una y otra vez, pero no encontraba una solución más efectiva que esa: tenía que hablar con Mario.
En Argentina estamos en primavera. El clima es muy agradable, ni calor, ni frío. El cielo estuvo despejado toda la semana, y una brisa tibia ventilaba la casa. Dejé los quehaceres domésticos para más tarde. Estaba con un short y una remera, bastante viejitos, para usar entre casa. No pensaba producirme mucho para ir a hablar con esa bestia, pero mi vanidad no me permitía salir a la calle, así como estaba. Me puse un vestido casual, negro con lunares blancos y un cinturón marrón en la cintura. Me peiné un poco y me dejé el pelo suelto. Y así fui con determinación a ver al enemigo de mi esposo, con la sincera intención de poner fin a sus delirantes fantasías.
Eran las tres de la tarde. Hora de la siesta. Los pocos negocios del barrio estaban cerrados. Sólo se veían algunos autos ...