1. Todos se cogen a mi mujer


    Fecha: 15/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... dos sabemos a qué viniste. – dijo, agarró mi muñeca y me metió adentro.
    
    - Soltame, me estás lastimando. – le dije. Puso su mano detrás de la cintura, y me hizo avanzar a empujones.
    
    - Dale, gritá. Gritá para que todos te escuchen.
    
    Durante algunos segundos titubeé. Miré a todos lados, esta vez esperando que sí haya un vecino mirando la escena. Pero no encontré a nadie.
    
    - No, basta. – dije en voz alta, pero Mario ya me estaba metiendo en su casa y cerró la puerta.
    
    Su enorme mano se cerró en mi mentón. Y me puso contra la pared.
    
    - Por favor no me lastimes. – Rogué. Estaba aterrorizada. Pensé en gritar. Pero recordando el golpe que le había dado a mi esposo, estaba segura de que me dejaría inconsciente en un santiamén, apenas levantara la voz. – Voy a hacer lo que quieras, pero no me lastimes. – La mandíbula me dolía por la presión de su mano.
    
    - ¿Vas a hacer lo que quiera? ¿Todo lo que quiera? – preguntó con una sonrisa perversa. Yo asentí con la cabeza. – Vení para acá.
    
    Liberó mi mentón, tomó mi mano y me arrastró hasta su habitación. Me paré en la esquina del cuarto. Me crucé de brazos. Me sentía como una nena a punto de recibir una terrible reprimenda. Me daba cuenta de que ya no había marcha atrás. Mario tapaba la puerta con su monumental cuerpo. Fue un error ir hasta su casa sola. Probablemente el mayor error de mi vida.
    
    - Sacate el vestido. – me ordenó.
    
    Yo retrocedí, pero solo me encontré con la dura pared.
    
    - Si no te lo sacás, te lo voy a ...
    ... arrancar y lo voy a hacer hilachas. – dijo.
    
    Desabroché el cinturón del vestido. Mario se lamía el labio superior y se acariciaba el pene. Agarré la parte inferior del vestido, y haciendo un movimiento hacia arriba, me lo saqué.
    
    Sólo vestía ropa interior blanca.
    
    Mario se acercó con pasos lentos. Extendió su mano, y acarició con ternura mi mejilla. El tacto era áspero.
    
    - Sos muy hermosa. -me dijo.
    
    Yo miré al costado. No quería verlo a él. Pero me hizo girar el rostro, y nuestras miradas se encontraron.
    
    - Sos una puta muy hermosa.
    
    Con su otra mano agarró el elástico de la bombacha, y tiró para abajo. Me la bajó hasta los talones, sin tocarme. Después me sacó el corpiño. Me agarró de la cintura, y me levantó con increíble facilidad. Caminó unos pasos hacia la cama, conmigo a cuestas, y me tiró sobre el colchón. Quedé acostada boca arriba, completamente desnuda.
    
    Él se quitó la camisa. Su torso y su abdomen estaban llenos de un horrible vello negro. Parecía una bestia. Y yo, la bella joven que había caído en sus garras. Se sacó las zapatillas y la bermuda. En su entrepierna colgaba una enorme verga, y dos grandes testículos con abundante vello.
    
    Ya perdí la cuenta de cuántas pijas entraron en mi cuerpo. Pero estoy segura de que ninguna era tan impresionante como la de Mario. Larga y gruesa como una anaconda. Sentí tanta curiosidad como pavor cuando la vi. Y el hecho de que todavía no estaba totalmente erecta, no era un detalle menor.
    
    Me agarró de los ...
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