Todos se cogen a mi mujer
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... él el que no pueda asistir a nuestra cita.
En las últimas dos semanas, nos vimos cinco veces en el pequeño departamento que tiene en el centro. El vigilante del edificio ya me deja pasar como si fuese una inquilina más. Y me mira con ironía. Seguramente cree que soy una puta. Es lógico. Qué iba a ser una chica de treinta años, linda, en el departamento de un veterano de cien quilos, durante dos horas. Además, Mario me ordenaba que me maquille como una prostituta. Era cada vez más difícil salir de casa, vestida de manera sensual, para luego maquillarme en el colectivo.
Lo más chocante de todo esto es que yo misma me estoy acostumbrando a ser su putita personal. Acato cada orden al pie de la letra, y hasta encuentro algo de placer en sentirme usada como un juguete sexual. Ya no me cuestiono el porqué, cada vez que llega la hora de acudir a esa cita, voy a su encuentro como una autómata. Ya ni siquiera necesitaba reiterar la amenaza que pendía sobre mi marido.
Salgo con otros hombres para recordar lo que es tener el control, y me escribo con otros para tener opciones. Pero durante una o dos veces a la semana, la mujer libre, que ni siquiera se deja reprimir por las normas morales, ni por el contrato del sagrado matrimonio, se convierte en una esclava. Una esclava sexual.
El jueves recibí el mensaje de Mario recordandome que a las seis teníamos una cita. Me ordenó que me pusiera un diminuto short y un top negro. Y que me atara el pelo en dos trenzas. Debía pintarme ...
... los labios de un llamativo color violeta, y la sombra de los ojos tenía que hacer combinación.
Le pedí que por favor me deje vestirme así en su departamento. Si salía con esa apariencia, sola, a las cinco de la tarde, llamaría demasiado la atención, y las habladurías que ya sabía que empezaban a correr sobre mi persona, aumentarían, e inevitablemente llegarían a Andrés. Pero él fue totalmente inflexible al respecto. Debía llegar así a su departamento, y no se hable más. Para algo era su putita.
Tenía el short y el top que debía llevar. Pero el maquillaje debía comprarlo. Hice trampa. no podía andar por el barrio vestida como una puta adolescente. Así que me puse uno de mis vestiditos, y metí las prendas que debía usar con Mario en mi cartera. Sali de casa con tiempo y compré el labial y la sombra. Cuando estaba a dos cuadras de la dirección de Mario, me metí en un McDonald. Fui directamente al baño del primer piso. Me quedaban treinta minutos. Si llegaba tarde Mario me castigaría atándome a la cama, y no me dejaría ir hasta altas horas de la noche. Me metí en uno de los cuartitos con inodoro. Me cambié en un santiamén. Guardé el vestido en la cartera. Las trenzas me tomaron más tiempo. Debí tener paciencia. Después me pinté los labios y los ojos frente al espejo.
No hubo hombre que no se diera vuelta a mirarme. Incluso algunos que llevaban de los brazos a sus novias, me observaron idiotizados. Y un montón de bocinas sonaron en la calle. El short apenas cubría mis ...