1. Todos se cogen a mi mujer


    Fecha: 15/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... aspecto de patovica. – Encima que nos entrega este bombón te quejás.
    
    - Vos lo decís porque sos un voyeur y te conformás con mirar. – retrucó el rubio.
    
    - Eso no lo niego. – confeso el patovica.
    
    - Bueno, basta de discusiones. Empecemos, que a esta putita le encanta la pija. No la hagamos esperar.
    
    No dije nada. Me quedé ahí parada, mientras escuchaba sus palabras denigrantes, y se disputaban mi cuerpo como si fuese un trofeo.
    
    - Así que estás casada. – dijo el hombre de traje.
    
    Mario empezó a repartir las cartas lentamente. Me pareció ridículo el juego. ¿por qué no me pedía que se las chupe a todos y listo? No podía decirle que no. Y no sólo debido a mi obediencia. Estaba en un departamento con cuatro hombres. No podría hacer nada para resistirme.
    
    - Claro que está casada, y al cornudo del marido lo desmayé de una trompada. No tienen idea de lo cagón que es.
    
    Los cuatro estallaron en carcajadas, mientras Mario les relataba minuciosamente aquel altercado que dio inicio nuestra sórdida relación.
    
    - Genial. Vení acá putita.
    
    El hombre de pelo rubio pajoso tenía un doce de basto sobre la mesa.
    
    - Ahí tenés maricón. Tato que te quejabas y fuiste el primero en ganar. – dijo el patovica.
    
    No esperé a que me lo ordene Mario. Me acerqué a ese tipo del que ni siquiera sé el nombre. Él empujó la silla para atrás para hacer espacio. Me puse en cuclillas, a sus pies, en vez de arrodillarme, para no lastimarme.
    
    - Hacelo despacio y con cariño zorrita. – dijo. y ...
    ... dirigiéndose al patovica agregó. – acá tenés, disfrutá de espectáculo, degenerado.
    
    - Así lo haré. – dijo el aludido, poniéndose en un lugar donde podía ver todo.
    
    Acaricié la verga por encima del pantalón. Todavía no estaba erecta, así que lo masajeé hasta sentirla dura. Después corrí el cierre del pantalón, y delicadamente, saqué el miembro, y me lo llevé a la boca.
    
    - Esta zorrita sabe lo que hace. – dijo, sintiendo cómo lo pajeaba mientras mi lengua devoraba la cabeza del pene.
    
    Su miembro era normal, pero parecía pequeño al lado de la tremenda pija de Mario, de la que ya estaba acostumbrada. El rubio me agarró de las trenzas, y empezó a hacer movimientos pélvicos, logrando que me trague toda su verga, y que su pelvis peluda choque con mi cara una y otra vez. Traté de sacármelo de encima cuando supuse que ya iba a acabar. Pero me agarró de la nuca, y eyaculó adentro. El semen impactó en mi garganta. Me hizo toser y escupirlo en el suelo.
    
    - Que puerquita hermosa. – dijo el maldito.
    
    Mientras se disputaban quien sería el próximo en meterme la verga en la boca, me puse a limpiar el enchastre que hice.
    
    El siguiente a quien debía mamar era al hombre de traje.
    
    Este era más educado, y dejaba que yo haga todo el trabajo, sin obligarme a tragármela entera. Me acariciaba la mejilla con ternura, y me repetía una y otra vez que soy hermosa, entre jadeos.
    
    Cuando me dijo que ya no aguantaba más, lo masturbé frenéticamente y lo hice acabar en mi cara.
    
    - Hey, no ...
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