1. Todos se cogen a mi mujer


    Fecha: 15/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... inquirí, señalando con la mirada su anillo.
    
    - haciendo horas extras.
    
    - Que chamuyo poco original.
    
    - Pero muy efectivo. Mis compañeros me cubren en caso de que llame o aparezca en el local.
    
    - Así que sos un pirata con experiencia. – bromeé. El rió.
    
    - No te creas, sólo cubrí mis espaldas por esta ocasión especial.
    
    - No hace falta que mientas.
    
    - No te miento.
    
    - No importa. ¿Vamos?
    
    - ¿A dónde?
    
    - Pagá la cuenta y llévame al telo de acá a la vuelta. – ordené. – si te portás bien, puede que nos sigamos viendo.
    
    Subimos al auto, porque preferimos dejarlo en el estacionamiento del hotel. En el trayecto, no paró de manosearme las piernas y las tetas, como probando la mercancía. Yo comencé a excitarme. la sensación de vileza se apoderaba de mí, y me embriagaba. Me gustó, como tantas otras veces, sentirme una cualquiera, una puta. Me gustó sentir esos dedos ásperos y fuertes sobre mi cuerpo, mientras mi novio preparaba la cena en casa. Mis pezones se endurecieron, y mi sexo comenzó a lubricarse.
    
    Entramos a la habitación, mientras Leandro no dejaba de pellizcarme el culo. Yo palpé su sexo, y noté que ya estaba hinchado.
    
    - parece que ya estamos listos. – dije.
    
    Me abrazó por la cintura y me atrajo hacía él. Su erección se apretaba en mi abdomen. Acaricié su rostro, áspero por la barba que comenzaba a crecer después de una reciente rasurada. Mientras sus manos enormes se abrían para acariciar mis nalgas en su totalidad. Mis pechos erectos también se ...
    ... frotaban en él.
    
    - Mi marido cree que estoy en la clase se zumba. – susurré. – Está cocinando.
    
    - Sos una atorranta.
    
    - Soy muy mala. – dije a sus oídos, empalagosa – Soy muy mala.
    
    Me abrazó con mas fuerza. Cada músculo de su cuerpo se sentía con dureza sobre el mío. Parecía estar atrapada en una cárcel de músculos de la que no quería escapar. Me besó. Su lengua se metió con audacia en mi boca. Mientras lo hacía, se quitaba los zapatos. Yo lo imité. Me quitó el top.
    
    - ¿Esta ropita usas en la clase de zumba? – Me preguntó.
    
    - Sí. ¿Te gusta? - sus dedos bajaron hasta el elástico de la calza. – Me vas a tener que hacer transpirar. Así Andrés no sospecha.
    
    - Así que sos de las puerquitas que salen transpiradas del gimnasio. – dijo, comenzando a bajarme la calza. – Cada vez me gustás más.
    
    Cuando quedé solo en ropa interior, me arrodillé, y le abrí la bragueta del pantalón.
    
    Como ya dije muchas veces, los hombres que más me gustan son los que mas se diferencian de mi marido. Leandro era diez años mayor que Andrés, y su físico era imponente al lado del abandonado cuerpo de mi marido. Y si faltaba algo para terminar de seducirme, era la verga corta, pero gruesa, que salió como un resorte cuando bajé el bóxer. Acerqué mis labios al glande, y arrodillada, lo miré a los ojos, sabiendo que no hay hombre al que no le fascine ese detalle. Sin dejar de observarlo, me llevé ese tronco macizo a la boca. Mi lengua saboreó el espeso presemen que ya salía de su sexo. Observé ...
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