Con María, la mujer de mi amigo
Fecha: 13/11/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... distancia y me fui directamente al puesto del conductor.
En cuanto se montó, se giró en el asiento mirando totalmente hacia mí, y con una de esas sonrisas especiales me dijo
M – Bueno, ¿y ahora donde me vas a llevar? Porque estos americanos mira que son sosos. ¿Me llevas a bailar?
Y – Ufff, María, yo soy un bailarín horroroso. Lo último que querrías es que te viesen bailando conmigo.
M – Bueno, pero eso no es problema, yo te enseño.
Intenté convencerla para irnos a casa, más por evitar cualquier tentación, que porque me apeteciese, pero María esa noche estaba decidida a ponerme las cosas difíciles, así que nos fuimos al centro de la ciudad a un local de ritmos latinos muy famoso.
Al llegar, la primera impresión era estupenda. El local no era excesivamente grande, pero tras las cenas, iban quitando las mesas y se quedaba todo despejado para que la gente pudiese bailar. Al ser la música básicamente ritmos latinos, allí prácticamente no había nadie que no bailase. Quizás la gente que estaba pegada a la barra, pero el resto era una marabunta de gente moviéndose, rozándose unos contra otros, mujeres muy sensuales y bailes provocadores.
María no pasaba desapercibida, así que tuve que ejercer de su pareja para que no la asaltasen los leones nada más entrar. Le di la mano y tiré de ella hacia la planta de abajo que había otra barra y solía estar más tranquilo y era menos de paso. Al bajar las escaleras, casi no se podía andar, y ella aprovechó que iba detrás a ...
... diferente altura y me echó los brazos sobre los hombros y se apoyó sobre mí, dejándome notar sus tetazas en mi espalda, y se reía en mi oído diciéndome que lo tenía claro si pensaba que iba a encontrar un sitio donde no estuviésemos apretados. Sentir sus labios rozando mi oído y sus brazos rodearme, hizo que mi polla reaccionase, y se me empezó a poner morcillona.
Al llegar por fin a la barra, le dejé hueco a ella para apartarla de los leones, y mientras pedíamos algo de beber, ella aprovechó las estrecheces y el ritmo de la música para pegarse bien a mí y empezar a moverse, rozándose bien contra mi cuerpo. Mi polla ya estaba algo más que morcillona, y ella debió notarlo, porque sus sonrisas y sus miradas a mis ojos eran cada vez más descaradas y llegó un momento en que ya no se cortaba en disimular. Bailaba pegando bien su culo contra mi polla.
Yo al principio no le daba mucha importancia, me limitaba a moverme a su ritmo para intentar que el roce fuese lo menos posible, pero aquello no evitaba que mi polla se pusiese cada vez más dura. Hasta que llegó un momento que la tenía como una piedra. Me dolía incluso dentro del pantalón, y ella ya bailaba de frente a mí, y me rodeaba el cuello con sus brazos mirándome fijamente a los ojos, esperando que la besase. Yo, pese a la tentación, solo la tenía cogida por la cintura, pero aquello ya no podía disimularse más, así que me acerqué a su oído y le hablé.
Y – María, este juego es muy peligroso… No sé si te das cuenta que ...