1. Una mujer para todo uso


    Fecha: 15/12/2021, Categorías: Dominación / BDSM Autor: zari, Fuente: CuentoRelatos

    ... boca sobre la mía incrustando hasta mi garganta su lengua y con ese remedo de beso un orgasmo me hizo perder el control de mi cuerpo, mi cara rojísima, las orejas amoratadas y mis narices dilatadas, la boca abierta y los ojos que se iban al blanco. Las uñas clavadas en los brazos de la silla acompañaron el exhalar un profundo quejido, y luego quedé palpitando entera, con espasmos, jadeando. Era la mezcla de excitación y dolor que ya me era propia, necesaria, e intensamente peligrosa. Un orgasmo infinito, no solo de mi bajo vientre, sino de mi pecho de mis piernas, de mi toda. Cuando comencé a volver hundí mi cara de vergüenza en su pecho babeando sin poder sostenerme en medio de convulsiones que no eran exactamente de placer. Pero también eran de placer.
    
    Levanté mi cara para verle, tenía los ojos blancos decían, ida, clavada sobre el Gringo en la silla hasta los mismos riñones, con los brazos colgando abandonados al lado de mi cuerpo y la cabeza floja. No podía sostenerme recuerdo estaba abandonada allí, sobre la camisa abierta de él, montada ensartada dejé mi cabeza doblada descansar allí y cuando recuperaba el aliento sentí como le palpitaba su monstruo dentro mío, le palpitaba, demasiado estrecho seguro para eyacular dijeron ellos después, pero esas palpitaciones las sentía dentro mío y era como si palpitase con él, como si mi cuerpo y el de él se hubieran fundido en uno solo, sentir ese solo palpitar me volvió a hacer jadear, no tenía fuerza para abrazarlo pero creo ...
    ... que lo percibió porque puso una mano a cada lado mío las bajó hasta mis caderas y yo inmóvil sentía como mi cuerpo que ya era suyo reaccionaba con ese latido, sus manos llegaron a mis nalgas, me abrieron el ano y un dedo de él comenzó a jugar a su entrada. Sentí como su sexo imperceptiblemente casi comenzaba a jugar en mi vagina, palpitaba en ella vivo, milímetros seguramente y dicen que yo levanté la cabeza y con mis ojos rojos mirarlo a la cara, con la boca abierta, babeaba, las narices dilatadas y con cara de estúpida jadeaba suave, las lágrimas me resbalaban de impotencia, de entrega, y comencé a irme, subí nuevamente los ojos hasta dejarlos blancos exhalando mientras me tiritaban las piernas, los pies, las manos que trataban de llegar a la cara de él sin lograrlo, y los ojos seguían en blanco y yo me contraía, mi estómago, que expelía como vómitos de placer sexual, de un orgasmo inconmensurable que hasta se asustaron de que me quedara así.
    
    No sé cuánto tiempo después, minutos, no sé cuántos en que sentí los hielos chocar en los vasos, el Gringo me levantó la cara, se enderezó de la silla reclinable en la que se había sentado conmigo encima y en la cual me empalaron y me llevó en sus brazos atravesada aun por su sexo a la cama donde me tendió boca arriba y recién allí me lo sacó. Me dejaba vacía, profana y descoyuntada, mi estado de gracia terminaba y mi cuerpo volvía a pertenecerme, ya no era parte, trozo, sección de otro. Luego sentí que me daba vuelta, que me puso ...