Mi placer en tus manos
Fecha: 19/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sorprendió, incluso pensé que había metido la pata hasta el fondo y que era una gran gilipollas que debía morderse la lengua.
Pero al fin habló.
- Bueno, yo puedo darte placer siempre que quieras y puedo conservar mis manos. – Dijo serio, en un tono ronroneante y que, además, acompañó de un carraspeo. – ¿Has visto la variedad de masajes que hay?
- No. ¿me recomiendas alguno?
- El shiatsu, o pinda.
- Me suenan a chino, lo siento.
- A ver el shiatsu – Siguió recorriendo, presionando mi espalda en el proceso – consiste en hacer como una especie de acupuntura, pero con los dedos, ejerciendo presión por todo el cuerpo.
- Ajá…- asentí, perdiéndome en sus manos nuevamente. Dios como me elevaba al cielo.
- El pinda se hace a partir del pulso del ombligo y ayuda muchísimo a los músculos y eso te vendría de perlas a ti.
- ¿Y me lo puedes dar alguno? – Cada vez estaba más sumida en el mar del descanso y no era ni dueña de lo que decía.
- La próxima cita, así preparo con tiempo lo que necesito. Si te parece, podríamos empezar con el shiatsu.
- Bien… - Arrastré las letras mientras me dejaba ir nuevamente en el contacto cálido de sus manos.
No sé en qué momento pasó, pero sentí claramente que su mano subía por mi muslo, por debajo de la toalla que me cubría, y que se posó en mi nalga derecha, apretando y masajeándome, mientras yo abría los ojos de par en par y me ponía rígida. Cabe decir que yo llevaba bragas, por supuesto. Pero que no tuvo reparos en ...
... correr un poco la tela.
No, no era un sueño. El silencio reinaba y yo estaba atenta, sintiendo mi pulso acelerarse y supuse, que igual era un nuevo masaje dado que habíamos hablado de las variantes que había. Así que le dejé continuar.
Con su mano en la parte baja de la cintura y la otra bajo la tela, iba haciendo contacto apretando, extendiendo y volviendo apretujar para presionar y llegar a chocar sus dedos con los otros.
Me pareció escuchar un suspiro por parte de él que no sé si fue cosa mía.
Con ambas manos sobre mi culo, terminó subiendo la toalla hasta mi cintura lo que pudo, y me dejó al descubierto mientras yo flipaba en colores y era incapaz de reaccionar.
Levanté la cara de la camilla y le miré.
- ¿Qué… qué haces?
- Estas muy tensa, Rebeca, este masaje correrá de mi cuenta.
Me volví acomodar con mi cara donde estaba y, aún desubicada, me intenté relajar.
Seamos sinceras… te viene un tío de 1’90 moreno, con barba, semi despeinado, ojos verdes y con un cuerpo para hacer ejercicio con él las 24 horas, y mucha queja no ibas a poner, ¿a qué no?, pues eso me pasó a mí, que me dejé hacer. Total… corría de su cuenta.
La cosa se empezó a poner interesante cuando sus manos, tímidamente, se colaron por el interior de mis piernas y masajeaban mis muslos, por la parte adentrada.
Ahí yo pensé, “no será capaz” pero coño, sí que lo fue. Me acarició con los dedos lentamente mi coño, esperando claramente ver mi reacción. Lo primero que hice fue dar un ...